Francisco Ripoll Vergel - Entrenador de Fútbol
Paco no pudo apagar las 68 velas el día de su cumpleaños
Tony Fernández

Nos presentó, en el Patio de Radio Juventud, José Miguel Fernández. Hacía frío y humedad pero llevabas manga corta. Paco Ripoll era un hombre fuerte y trabajador hasta el límite. Sacaba tiempo para todo: trabajo, familia, su peña Pescanova y sus futbolistas. Su mirada era directa hacia los ojos siempre y ponía la verdad por encima de todo. Parecía uno de esos Apóstoles de la Biblia cuando hablaba. Había que escucharle. Siempre a mi lado Han pasado 30 años de aquel día. José Miguel estará a tu lado y te lo podrá decir: te teníamos un gran respeto en aquellas tertulias futbolísticas de El Taranto con Andújar Oliver y los futbolistas del Almería. Yo era el más joven, el más tímido y el más inexperto. Dudaba al hablar pero, allí estabas tú, siempre a mi lado, Paco, para decirme: “Al que se meta contigo me lo como”. Eras un seguro de vida cuando el piloto rojo del micrófono se activaba. Siempre echando una mano y ayudando a los demás. Aquellos programas nunca los olvidaré ni tus sabios consejos cuando me decías que: “en la vida hay que ir con la verdad por delante, cueste lo que cueste”. Yo me asustaba mucho cuando saltaban chispas en aquellos debates, pero José Miguel me tranquilizaba diciendo: “Deja a Paco que sabe bien lo que dice”. Así aprendí de ti cómo se anima a un equipo. Cómo se funda una Peña, y cómo de ella salen los equipos para fomentar por igual deporte y valores humanos. No parabas. Tus días eran largos pero llegabas a casa feliz con la misión cumplida y siempre con una sonrisa en los labios saludando a tus amigos, a tus vecinos... Mira que morirte en tu ‘cumple’. Tu Escuela Con el paso de los años pude comprender que no fui el único que aprendió valores de Paco Ripoll. Dejó su sello en cada uno de los futbolistas de la Peña Balompédica, y en aquellos del Barrio de Los Ángeles que ahora le lloran porque le veían cada día luchar contra la enfermedad con nobleza y valentía. Paco enseñaba a la antigua. Siempre con respeto y diciendo las cosas a la cara. Él era corto y directo y así serán sus discípulos por los siglos. Paco Ripoll ha sido un señor del fútbol. Un entrenador y educador a la vez. Quitaba niños de la calle y los hacía personas primero y futbolistas después. Se dejaba el alma por evitar que se metieran en la mala vida, y se gastaba un dineral en llevar a sus futbolistas impecables al partido. Era un admirador de Miguel Muñoz y por encima de todo un aficionado fiel a su Almería: en el triunfo y en la derrota amaba sus colores. Pero lo mejor de Paco era su sencillez, ese amor a su barrio, a sus vecinos, a la placilla donde iba a comprar, a su Bar Mora, a los amigos con los que compartía una partida, y a su Almería. La sencillez le hacía aún más grande. Entre tanta tecnología punta uno necesitaba echar un ratico de charla con Paco para repasar los verdaderos valores de la vida.