Rogelio Hidalgo Díaz - empresario y presidente del Almería
Un presidente que no vino al fútbol a poner el pan barato
Tony Fernández

Le prometí ser bueno y cuando me salía de la vía y ‘la cabra tiraba al monte’, Rogelio le decía a Paco Díaz que me llamara y que me sacara tarjeta amarilla. Sabe bien Paco que no me tuvo que expulsar su primo Rogelio porque a los dos les dije que sería bueno esa temporada y todo salió bien. En aquellos inicios del nuevo siglo, Paco y yo dejamos de ser amigos y fuimos lo que ahora somos: familia. La primera piedra la puso Paco Díaz cuando me adelantó que Rogelio iba a presidir el Almería y “ya sabes que es mi primo”. Yo le dije de forma irónica que “lo sentía por él” pero... era para enfadarle, le prometí que sería bueno y, así fue. Paco, ‘me marcaba al hombre’ pero Rogelio tenía preparado un plan. No quería periodistas de diferentes colores, y con el Poli todavía latiendo en la atmósfera de la ciudad se puso a sumar. Un día, Chema me dijo que íbamos a hablar “con mi presidente”. Yo le dije: “¿para qué Chema?, para poner el pan barato”. Siempre le hacía caso a Chema cuando me pedía algo y nos subimos en la móvil de la SER. Allí estaba con un polo crema. Llamó a un empleado para darle instrucciones mientras salían barras de pan en serie. “Pasa a mi despacho, Tony”. Yo le dije a Chema, “pasa, pasa”, pero se quedó fuera, era cuestión nuestra. Me senté, me miró fijamente a los ojos y me dijo: “¿A ti por qué te llaman antialmeriense?”. Yo le contesté: “Porque le doy caña al Almería”. Rogelio, con cara de asombro, me dijo: “Luego lo reconoces”. Yo le contesté “¡Claro!, lo sabe toda Almería”. Me preguntó si era del Poli, si me gustaba el nuevo Almería, si me gustaba la SER, si tenía chiquillos, si... Yo me di cuenta de que todo lo que me había dicho Paco Díaz de su primo Rogelio encajaba perfectamente. Era el Rogelio que me anunció, y sin pedirme nada yo entendí su mensaje. Salimos. Esperaba Chema, creo que cada uno salimos con dos barras de Harispán y tras una cálida despedida le conté a Chema todo lo que allí pasó. Luego, llamé a Paco Díaz y le dije: “Tu primo está indultado”. Nos reímos mucho y desde aquel día traté de ayudar al ascenso del equipo, y cuando Chema me escuchaba hablando de forma positiva me decía por el pinganillo: “Vaya tela mister, cómo has cambiado”. “Soy un hombre del Proyecto”, le decía yo. Y luego, me hice amigo, muy amigo de Guillermo Blanes, y las peñas dejaron de cantarme y gané miles de amigos como aquel día un presidente me ganó a mí para siempre. Rogelio, no ganaba partidos. No vino al fútbol a poner el pan barato. Siempre tuvo claro que lo suyo era sumar y hacer muchos números para que no peligrara el Almería. Desde aquella visita a Harispán no hizo nunca falta llamarnos para tenernos. Yo sentía hacia él una enorme admiración y Rogelio siempre me recordaba mi pasado antialmeriense, porque Rogelio Hidalgo me fichó para su Almería sin gastar un solo euro: por unos minutos de cariño.