Hoy escribo esta carta cuando he visto, vivido día a día, lo que es no tenerte. En este año sin ti, después de tu marcha, veo que no he cortado mi cordón contigo, que no soy la clásica hija que dice: “¡Qué buena era!”. Porque no es necesario. Te quise, te quiero, peleábamos, nos dejábamos de hablar, pero siempre unidas, y es muy triste, porque tú, mamá, estabas agotada pero no te quejabas porque no querías sufrir, ni que sufriéramos. Pero soy egoísta y quisiera que estuvieses a mi lado porque me siento vacía, sola, y quisiera que estuvieras a mi lado. No puede ser, descansa en paz y recibe todos los besos que no te di en vida, quizás pensando que ibas a estar siempre a mi lado. Te quiero y duele el alma no tenerte, pasan los días y más te valoro, y más grande te veo, más valoro tus silencios y más tengo en mi mente tu frase “¡Mañana!”. Ese mañana no llegó, te queremos, te necesitamos y te perdimos, y ojalá, desde tu nuevo mundo, nos ayudes a todos a estar sin ti. Te mereces tu descanso, estar con los tuyos. Sé feliz, descansa en paz. Muchos besos, te quieren tus hijos mamá. Besos a papá y Juan.