Yolanda y el Papa

El anunciado encuentro no parece una ocurrencia sobrevenida. Hay antecedentes

Antonio Casado
07:00 • 11 dic. 2021

Este sábado, día 11, el Papa Francisco recibe en el Vaticano a Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno. Puede ser que el toque neoperonista detectado en su “plan de país” acorte la distancia con un pontífice de origen argentino, pues no se me alcanza que Francisco y Yolanda anden muy sobrados de campos comunes sobre los que mantener una conversación.



Pero también puede ser una conclusión apresurada. Siendo comunista y atea, la una, y cabeza visible de la Iglesia Católica, el otro, mis prejuicios taponan la posibilidad de ver salir algo útil de una protocolaria recepción en materia de “retos comunes”. Bajo ese epígrafe colocan los servicios de Prensa de la vicepresidenta, los temas de la desigualdad social y la crisis sanitaria derivada de la covid19.



Sin embargo, el anunciado encuentro entre el Papa y la presunta candidata a la Moncloa en nombre de una plataforma innominada no parece una ocurrencia sobrevenida. Hay antecedentes en el campo de la izquierda. Desde la visita del presidente del Gobierno (octubre de 2020), que cursó en los medios informativos como la “foto” que buscaba Sánchez, hasta el frustrado intento del entonces vicepresidente Iglesias, nombrador de Yolanda y declarado admirador del Papa Francisco. O las alcaldesas de Madrid y Barcelona, Manuela Carmena y Ada Colau que en su día tuvieron ocasión de departir con Jorge Bergoglio.



En cuanto a Yolanda Díaz, el personaje de moda, el antecedente más revelador es el de los reiterados elogios que viene recibiendo en medios católicos. Personalmente me impactó una frase de José Lorenzo, un periodista de larga trayectoria en la información religiosa. Es de un artículo publicado el pasado abril en “Religión Digital”. Atención a la frase: “Hay cristianos en la política que dan más miedo que esta comunista”.



A falta de razones -o mejor, a falta de datos- para relacionar la figura de Yolanda Díaz con la de esa religiosidad latente que en su día se atribuyó a Dolores Ibárruri, La Pasionaria (y, ya de paso, también a Caridad del Rio, la madre de Ramon Mercader, el asesino de Trosky), el citado periodista ensalza la coherencia de Yolanda, pero la sitúa más cerca de la doctrina social de la Iglesia (Rerum Novarum, León XIII, 1891).



Sugiere Lorenzo que Yolanda Díaz, “una buena persona”, como su padre, un sindicalista gallego le enseñó a ser, es una buena cristiana, aunque ella no lo sepa aún. “Solo le falta encontrar a un padre Llanos que le insufle espíritu a su materialismo de carné”.



En cualquier caso, Yolanda Díaz va a dar un paso adelante en su proceso de aceptación transversal por parte de un electorado con hambre atrasada de autenticidad y frescura en la clase política.



Está por ver que Yolanda dé el peso. Pronto lo sabremos.


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