La “buena salud” de la coalición de gobierno

Las contorsiones de Sánchez son bien conocidas y la flojera de Bruselas para imponerse, también

Carmen Tomás
07:00 • 24 oct. 2021

Los socios del Gobierno siguen a la gresca y no sólo en materia económica. La última ha tenido de nuevo como protagonistas a Calviño y Díaz a cuenta de la reforma laboral. La titular de Trabajo considera que la vicepresidenta económica se ha inmiscuido en su labor y ha pedido una reunión para evaluar la marcha del acuerdo de gobierno que incluía la derogación de la reforma del mercado laboral que impulsó Fátima Báñez en 2013 y que consiguió, entre otras cosas, que la economía española fuera de capaz de crear empleo con crecimientos de apenas un 1%. La discusión sobre este espinoso asunto, que trae de cabeza a los empresarios, está en los detalles, en eso que los socialistas siempre han llamado “aspectos lesivos” y que básicamente son la vuelta a los convenios sectoriales frente a los de empresa, la ultraactividad de los convenios y acabar con la temporalidad. El problema es que Sánchez, en su acuerdo de gobierno con Podemos, se comprometió a derogarla. Eran otros tiempos. Sin embargo, en el cierre del congreso del PSOE celebrado el pasado domingo, entre vítores y aplausos de los suyos, el presidente volvió a dejar claro que la reforma laboral del PP se iba a derogar. No pareció hacerlo con la boca pequeña, pero a la vista de la nueva bronca, parece que nos mintió otra vez a todos, a sabiendas de que en este momento Bruselas y los fondos europeos están de por medio.



Lo sabía tanto como que Yolanda Díaz está haciendo méritos para dar cuerpo a su plataforma y presentarse como la que tuerce el brazo al Gobierno siempre que quiere, mientras las de Podemos no quieren ser secundarias en este teatro que tienen montado unos y otros. Son muchos los compañeros y economistas que están convencidos de que la sombra de Bruselas, el aliento en el cogote que pueda sentir el Gobierno de los “hombres de negro” tampoco es para tanto y que Sánchez, para seguir en La Moncloa, es capaz de cualquier cosa. Incluso de presentar una reforma que altere la del PP, eso sí revestida de palabros biensonantes, que contenten a todos: Bruselas, socialistas, podemitas, sindicatos y empresarios a los que darán algún caramelo. Claro que está por ver, el documento, las negociaciones, las reuniones ministeriales y si al final esos retoques convencen a todos o hasta qué punto, a cambio de qué, los morados tragan si se acaba imponiendo la versión más “light” de Calviño.



Las contorsiones de Sánchez son bien conocidas y la flojera de Bruselas para imponerse, también. Así que habrá que esperar a esas conversaciones que se anuncian entre socios de Gobierno, a las negociaciones con los agentes sociales y sobre todo al documento que finalmente se ponga encima de la mesa. El Gobierno no debería ceder en este asunto ante los podemitas más allá de leves modificaciones sobre empleo juvenil, temporalidad y poco más. Pero, sólo el tiempo dirá qué quiere hacer realmente Sánchez y de qué calado son las consecuencias de hacer una cosa u otra.








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