Odio a Luis Prado

Nueva entrega de la serie de artículos ‘Oído en la taberna’

El músico alicantino Luis Prado lleva más de 40 años pegado a un piano.
El músico alicantino Luis Prado lleva más de 40 años pegado a un piano.
Ramón García
07:00 • 15 jun. 2021

Cuando comenzó la pandemia muchos pensamos "ya está aquí, esto se acaba y me ha tocado a mí vivir esta movida".  Creo que al pianista valenciano Luis Prado se le pudo pasar algo así por la cabeza mientras se quedaba a medias en la preparación de su nuevo trabajo discográfico. Pero si yo estoy escribiendo esto, es evidente que este loco mundo nos ha dado otra oportunidad y seguimos adelante. Y lo nuevo del fundador de Señor Mostaza ha llegado, resultando ser un atronador compendio de emociones musicales.



Encontraremos historias sobre negacionistas -Te vi terraplanista –  de malvados aduladores -Quédate con nosotros–, momentos apocalípticos anunciados por la televisiva Ana Blanco -El fin del mundo es ya- y estados de ánimo comparados con desastres naturales como el Tsunami Emocional que le da título. Estamos ante una obra maestra que solo la estúpida ceguera musical que invade este planeta logrará que pase inadvertida frente a esa legión de indocumentados que copan las listas de éxitos haciéndose llamar artistas.



Luis es un tipo que domina el teclado de tal forma que un servidor a su lado se siente como Torrebruno soplando una melódica. No en vano bandas como M-Clan, Tequila o el gran Miguel Ríos, lo reclaman para que ocupe el taburete de las teclas blancas y negras en sus discos o giras. Pero es que, además, consigue reunir en sus propias composiciones infinidad de influencias, sin perder un ápice de su personalidad. Percibiréis en su música a The Beatles, Bowie, Elton John, Randy Newman, Beach Boys o la E.L.O, pero siempre os van a sonar a una canción de Luis Prado.





Sus letras son sorprendentes, mezclando fino humor, cinismo, moderno costumbrismo y un puntito de mala uva. Sin despeinarse, consigue incluir en sus canciones a Quique –el personaje más anodino de Verano Azul–, o a los Café Quijano e incluso introducir palabras como procrastinar o PowerPoint, sin que nada de ello nos resulte extraño.



Por si no fuese suficiente, alguien afirmaba hace poco –y lo confirmo– que es uno de los pocos intérpretes de nuestro país al se le entiende todo lo que canta. Ah ¿queréis más? Es capaz de tocar todos los instrumentos que suenan en sus discos. ¿A que ahora entendéis el título de este artículo?






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