Ronda de Navidad (I): la Rambla Obispo Orberá

Itinerarios con alma guiados por la novelista y arquitecta técnica Mar de los Ríos

Don Nicolás Salmerón, el paseante más ilustre de una Puerta de Purchena ahora con abeto.
Don Nicolás Salmerón, el paseante más ilustre de una Puerta de Purchena ahora con abeto.
Mar de los Ríos
07:00 • 24 dic. 2020

Es tiempo de vivir la Navidad, esta, la que empieza hoy. Y mi receta para acopiar alegría consiste en echarse a las calles de Almería con rumbo, pero con flexibilidad en la brújula. Lo demás es disfrutar de lo nuestro. Este arranque de rondas vacacionales tiene como protagonista a una de las arterias principales de nuestro centro histórico, la Rambla Obispo Orberá, la que vertebra el tránsito del siglo XIX al siglo XX junto con el Paseo de Almería.



Primer tramo



Comienzo mi recorrido en el semáforo de la Rambla dirección Puerta Purchena. Huelo a bollería y pienso que no he desayunado. Hoy es la calle de las zapaterías y la ropa deportiva entre otras muchas ofertas comerciales. La perspectiva es bastante fea, los edificios del rampante desarrollo urbanístico del siglo XX tienen la culpa. Hasta la altura del colegio Compañía de María todo son sombras. El Obispo Orberá fue un eclesiástico valenciano que llega a Almería en 1875, recién derrumbadas las murallas de la ciudad medieval. Le impacta su estado ruinoso y en los once años que vive aquí se implica profundamente en su desarrollo. Es el precursor de la construcción del colegio Compañía de María, ejecutado entre 1881-1885. Así mismo trae congregaciones religiosas de carácter social, como las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. En el siglo XIX las epidemias se sucedían sin tregua y en la del cólera de 1885 murieron cuatro mil almerienses, la cual lideró el Obispo con religiosos, cuando no quedaron manos ni para enterrar a los muertos. Continúo mi camino y me topo con la fachada del teatro Apolo. Es el único superviviente de los cinco teatros que llegaron a coexistir en la capital en el XIX, del que solo se conserva la fachada. En diagonal: el Mercado Central. Y llegado a este punto pienso que esta vía podría haberse llamado también Trinidad Cuartara, el padre de estos dos edificios, además del cercano de Las Mariposas de 1905 situado en la Puerta Purchena. También diseñó el actual Palacio de Diputación que vislumbro desde este ángulo. Fue el arquitecto municipal durante este periodo, convirtiéndose en el precursor de la ciudad del siglo XX, dando solución a muchos de sus problemas y abriendo la población a Levante.






Inundaciones catastróficas



Se emboveda la Rambla Obispo Orberá después de la peor riada, la de 1891. Pensemos que, en el punto de partida de este recorrido, se juntaban los torrentes de esta, con la de Belén y la de Amatisteros. Recuerdo la de 1989 con los coches flotando en el cauce.



Entonces decido sentarme en el bar Habibi a desayunar, hacen los churros más ricos de la ciudad. Y allí me quito la mascarilla pudiendo apropiarme de la mezcolanza de los olores de esta esquina emblemática: churros, chocolate, café, verduras y especias… Entre sorbos observo la reciente Escuela Municipal de Música, en mi niñez la plaza del Pescado. De hecho, esta calle se llamaba antes de las Pescaderías. Juan Lirola ahora es solo una calle que viene perpendicular a morir a esta altura. Sería alcalde de Almería en tres ocasiones durante los años 80 del siglo XIX. Fue el dueño de la casa-palacio donde hoy se ubica la sede principal de Diputación. Con Lirola llegaron las aceras de cemento Portland, las primeras redes de abastecimiento de agua, la ampliación del entonces Paseo del Príncipe hasta la Plaza Circular y la feria de Almería.



Entro en la Plaza para comprar fruta y hacer mi famosa macedonia navideña, que consiste en mezclar una piña troceada con medio kilo de cerezas gordas, todo regado con el zumo de seis mandarinas. La sencillez al poder, que no la simpleza. 




Segundo tramo

Salgo del Mercado, quiero meter en mi cesta algunos frutos secos que me gusta adquirir en Casa Blanes. Este segundo tramo es mucho más soleado, las construcciones han conservado en su mayoría las alturas del urbanístico del XIX. Observo algunas rehabilitaciones muy logradas. Y ya estoy en la Puerta Purchena. Aquí tengo que recordar a María José Lasaosa, la primera arquitecta ejerciente en nuestra ciudad, allá por los años setenta del siglo XX y artífice, hace unos quince años, de la ordenación que luce hoy recuperándola para los peatones. Me gusta visitar este día el que sigue siendo el corazón de la ciudad, al menos de la mía. Pero siento su latido débil. Constato el espectacular bajón comercial que ha dado el Paseo de Almería, parece su triste sombra a pesar de su disfraz navideño sobre el carril misterioso. Pero hoy no toca, me giro y saludo a la estatua de Nicolás Salmerón, filósofo y único presidente del gobierno almeriense durante un mes y medio en la Primera Republica en 1873 y que renunció a su cargo por negarse a firmar una sentencia de muerte. El gran árbol de luces queda a sus espaldas. Me da la bienvenida con su mascarilla puesta, también el Cañillo de agua reubicado en esta área. Qué grande me parecía de niña…


Suspiro. Me duelen los pies, me pesa la piña y el vacio de tantas cosas. Pero hoy hay que arrancarse la nostalgia a manotazos, en eso habíamos quedado. Esto se arregla con una tapa de patatas a lo pobre con huevo en el bar El Quinto Toro, junto al Mercado. Ya vendrá la cuesta de enero, hoy: Come, Reza, y Ama, cada cual a su manera, que nos aconsejaría la escritora Elisabeth Gilbert. Feliz Navidad, Almería. 


Temas relacionados

para ti

en destaque