Paco de la Torre y su ‘Episodio piloto’

La exposición ‘Hoango’, que se puede visitar en Arte21, está inspirada en la sala de fiestas

Paco de la Torre junto a uno de los cuadros que forman su exposición.
Paco de la Torre junto a uno de los cuadros que forman su exposición. La Voz
Ramón Crespo
22:50 • 24 abr. 2018

Decía Auden  que “cualquier intento de escribir sobre personas o acontecimientos, por importantes que sean, con los que el poeta no tiene un fuerte vínculo personal está condenado al fracaso”. El rango de pintor equivale, aquí, al de poeta, por eso Paco de la Torre, un almeriense que vive en Valencia desde que marchara a estudiar Bellas Artes, hace más de 30 años, nos descubre en su pintura, pero también en sus investigaciones y ensayos, una Almería ya desaparecida o, en el mejor de los casos, inexplicablemente ignorada. En su obra la arquitectura del lugar guarda huellas e instantes de su propia biografía, el rastro y la mirada de la infancia y la juventud como nutrientes de eso que se llama inspiración que, en su caso, se alimenta de un paisaje, el almeriense. Y es que Paco de la Torre tampoco olvida aquella otra arquitectura sin arquitectos, clave en nuestra tradición que explica lo que hemos sido y lo que somos.




Su recuperación de Guillermo Langle, con la exposición y el volumen ‘El arquitecto invisible’, fue fundamental para reivindicar a uno de los personajes más interesantes de la Almería del siglo XX y su arquitectura racionalista. Pero igualmente lo ha sido su trabajo sobre la figura de Carlos Pradal o su lectura de ‘Campos de Níjar’, la obra de Goytisolo, de la que surgieron algunas pinturas icónicas de aquellas tierras almerienses, y más recientemente el acierto de recuperar a Roblescabrera, un descubrimiento a raíz de otro si cabe mayor,  ‘Hoango’, que presenta ahora en Almería.




Más que una exposición
La exposición, ‘Hoango, Episodio piloto’, que pueden visitar en la galería Arte 21, es mucho más que una exposición porque incluye, junto a los cuadros, el manuscrito de un libro homónimo. El Hoango, una moderna sala de fiestas de principios de los años 70, es el pretexto para hilvanar desde una mirada crítica la trama de la cultura almeriense con sus sombras y sus mitos. Para un adolescente, aquel lugar era lo prohibido, lo inaccesible. Y lo que ocurría detrás de la cortina roja, que separaba la vida anodina de su interior, un misterio que alimentaba su imaginación, algo parecido a lo que siempre ha sido el arte.



Años después, los sueños del artista y los del padre convergen y se cristalizan en una imagen icónica ‘Pesadilla interior’, el cuadro central de esta exposición, una suerte de conclave imaginario donde se dan citan en ese exótico club, que terminó convirtiéndose en un local de alterne, algunos de los personajes de la historia de Almería – grotesca ironía-  que moldearon la educación sentimental de nuestro artista y de tantos de nosotros: Juan Goytisolo, Carlos Pérez Siquier, John Lennon, que bien pudo conocer el Hoango, Manolita Chen, y los Urbina Carrera, Cassinello, Langle, Perceval o Roblescabrera, entre otros. Todos ellos reunidos en un gran lienzo que funciona como retrato generacional, con los artífices de la cultura de posguerra y de los años 60 y 70. En el cuadro, bajo una luz roja incandescente, Paco de la Torre sitúa a unos y a otros como si se tratara del gran teatro del mundo.



A los que perfilaron la imagen más moderna y avanzada, y a los correligionarios que contribuyeron a crear la más vulgar de la Almería que conocemos, la del desarrollo urbanístico y el feísmo de las construcciones en altura. En ese cuadro aparecen también retratados personajes de la Almería Indaliana, que tanto cuestiona el autor por su estrecha vinculación con los políticos de la época, pero cuándo, lamentablemente, no ha sido así. Y también otros como Juan Luis de la Rosa, o el polifacético Roblescabrera, de quién Paco de la Torre y Carmen Rubio han publicado recientemente un interesante estudio sobre su trayectoria artística, o Gázquez, uno de los músicos que tocaban en el Hoango.




Y es que todas las sociedades necesitan reconocerse en sus mitos, con sus héroes y sus villanos, y eso es lo que ha hecho Paco de la Torre, narrar la historia de lo que aconteció en esa Almería moderna.  




Los restantes cuadros de la exposición recrean el racionalismo de Langle, el del Antiguo Club de Mar, tristemente desaparecido, o el Delfín Verde, ahora engullido por los bloques descomunales que cosen la fachada del Paseo Marítimo, y lo más kitsch, el Mesón Gitano, de Cassinello, símbolo del tipismo y  la fiebre folclórica. Menos mal que están ahí Carlos Pérez Siquier para recordarnos con su mirada esa otra Almería, y Goytisolo que perfila el  mejor rostro de una provincia cuyo paisaje participa de la misma esencia de sus habitantes,  dando voz a los que no la tienen, o el mismo Paco de la Torre, descubriéndonos lo mejor de nuestro pasado artístico. Ellos son los que nos enseñan una ciudad más humana y más bella, no lo olviden.




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