Mis lecturas favoritas de 2018

Marta Rodríguez
19:57 • 17 ene. 2019

La vida se mide en los libros que leemos. A veces muy sinceramente lo creo. Las lecturas nos permiten repasar lo que ha sido el año, recordar aquello que nos ocurrió mientras andábamos enfrascados en un determinado relato. Abro un ejemplar y me encuentro una pluma a modo de marcapáginas y, por un momento, me traslado a la historia que hay detrás.



¿Y si hacemos balance del paso del tiempo a partir de la obra que nos acompaña cada noche? ¿Y si solo somos conscientes de que el calendario pierde sus hojas por el recuerdo de aquella novela del que aún no nos hemos podido desprender? He aquí lo que más me ha gustado de lo que leí el año pasado que es un poco parte de lo que viví.



Invierno



Rendición (Alfaguara, 2017), de Ray Loriga, es la novela con la que empecé 2018. Rápidamente, caí rendida ante el modo en que el escritor madrileño plantea esta distopía con forma de fábula. Es la historia de una peculiar familia que ha de sobrevivir a una situación poco menos que apocalíptica. Un relato inquietante y original.



En 2016, Anagrama publicó Todos los cuentos, una recopilación de los mejores libros de relatos del gran Raymond Carver. Una obra que nos interna en la América más turbia, cínica y cruel y que nos quita el sueño con sus inesperados giros. Un volumen para tener siempre a mano si uno desea estremecerse en apenas unas páginas. Para leer a pequeños sorbos y con tiempo para pensar.



En Los anillos de Saturno (Anagrama, 2008), W. G Sebald recoge sus impresiones durante un viaje a pie por la costa este de Inglaterra. Impresiones que lo terminan sumiendo en una sucesión de reflexiones que van de la historia al arte, pasando por el pensamiento, en las que el autor hace gala de una cultura envidiable y de una lucidez fuera de lo común. Inclasificable en cuanto a género, es muy recomendable para lectores exigentes.



El libro de relatos Manual para mujeres de la limpieza (Alfaguara, 2015) no debería faltar en la biblioteca de los amantes de la narrativa breve, ni de la buena literatura en general. Lucia Berlin despliega su prosa como un bisturí que abre en canal al lector al acercarse a la triste realidad de una serie de mujeres que se enfrentan con fiereza a circunstancias adversas. Solo para valientes.



Las estrellas (Sloper, 2018) es lo nuevo de Carlos Maleno, escritor ejidense cuyo primer libro -Mar de Irlanda- recomendó leer el mismísimo Enrique Vila-Matas. Un ‘thriller’ psicológico que evoluciona hacia una novela policíaca más convencional con escenas ambientadas en Almería. El desencadenante es el hallazgo del cadáver de una mujer flotando en una piscina. ¿Su mayor virtud? La historia engancha.


Primavera

En los últimos tiempos, la actriz Leticia Dolera se ha revelado como activista por los derechos de la mujer gracias a su ensayo Morder la manzana (Planeta, 2018), su actividad en las redes sociales y sus apariciones en televisión. Se trata de una herramienta útil de cara a aprender a detectar esos micromachismos del día a día que tenemos tan interiorizados que ni siquiera percibimos como tales y de un modo en que las más jóvenes -ellos también- pueden iniciarse en lo que es el feminismo.


La Feria del Libro de Almería trajo a mis manos un ensayo: La utilidad de lo inútil (Acantilado, 2013) de Nuccio Ordine. Un manifiesto que defiende la cultura frente al utilitarismo a través de un repaso por las opiniones de filósofos y escritores que cuenta con la bendición de Fernando Savater. Pone sobre la mesa la idea de que lo útil quizá tenga que ver con lo superfluo, mientras las humanidades a veces son, como dijo Gautier, “lo que mejor consuela de vivir”.


Genios (Edelvives, 2018), de los almerienses María Jesús y Antonio Lorente -escritora e ilustrador, respectivamente-, constituye una maravillosa galería de algunos de los creadores más talentosos del siglo XX. Estamos ante un álbum ilustrado que es una auténtica pieza de coleccionista: veinte ilustraciones que bien podrían colgar del salón de nuestra casa, acompañadas de cuidados microrrelatos que diseccionan las rarezas de cada uno de los protagonistas.


La lectura de Ordesa (Alfaguara, 2018), de Manuel Vilas, me tocó muy dentro esta primavera. Es su forma de escribir -en apariencia sencilla- y es el tema que aborda: el ocaso de una familia. La vejez y la muerte de los padres y cómo, con su desaparición, desaparecen también nuestra historia y nuestras raíces. Se trata de una cuestión sobre la que reflexiono a menudo -imagino árboles genealógicos cuyas ramas dejan de crecer y cuyas raíces se descomponen-. Recomiendo leerlo, pero ojo al momento vital en el que decidimos aproximarnos a este libro, que es uno de los fenómenos literarios del año.


Verano

Si en su día disfruté con El gran Gatsby (Debolsillo, 2015), reconozco que Suave es la noche es otro de los grandes títulos de F. S. Fitzgerald. La elegancia a la hora de escribir de este representante de la Generación Perdida me volvió a fascinar, así como la historia de Dick y Nicole. Una pareja, a priori, perfecta que esconde una historia desdichada, lo que constituye un volcán que en cualquier momento puede entrar en erupción.


Plataforma (Anagrama, 2014), de Michel Houellebecq, es la lectura que más me conmovió en 2018. Así, sin paños calientes. El mes de julio se convirtió en una sucesión de paseos a la piscina, escapadas a la escalera y siestas en las que no pegué ojo para leer esta absorbente historia acerca de un hombre que huye a Tailandia en un intento de encontrar en el turismo sexual el calor del que está exenta su vida en Occidente. Ese viaje le permitirá conocer a una mujer que pondrá contra las cuerdas su naturaleza descreída y desapasionada. Muy recomendable.


Imbuida de la narrativa del escritor francés, quise prolongar ese efecto con El mapa y el territorio (Anagrama, 2011). Una novela que se ambienta en los círculos del arte contemporáneo y que tiene como protagonista a un solitario creador que consigue destacar gracias a sus obras basadas en mapas de la guía Michelin. ¿Lo más divertido? Houellebecq se mete en la historia como un personaje más alimentando todas las leyendas urbanas que lo rodean: su odio a los periodistas, sus manías y su misantropía.


Otoño

El periodista y escritor Manuel Chaves Nogales entra de nuevo, por derecho propio, en mis lecturas favoritas del año, esta vez con El maestro Juan Martínez que estaba allí (Libros del Asteroide, 2015). Un maravilloso relato entre la crónica, las memorias y el reportaje que cuenta las penurias a las que se enfrentó este bailaor de Burgos al que la Revolución bolchevique se llevó por delante al encontrarse de gira en Rusia cuando esta estalló. Un testimonio salido de la mano del autor sevillano que no ha perdido un ápice de frescura ni de verdad.


Adicta a las canciones de Leonard Cohen cuando necesito sosiego, este noviembre recibí un valiosísimo regalo: las dos únicas novelas que escribió. El juego favorito (Lumen, 2017), la primera de ellas, está narrada con la delicadeza que recorre toda la obra del Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2011. Cuenta las andanzas amorosas de Lawrence Breavman, un joven de familia judía atormentado por la continua búsqueda de la belleza. El libro posee pasajes memorables.


Divas de diván (Caramba, 2018) es la divertidísima recopilación de tiras cómicas extraídas de la serie homónima que las almerienses Carmen y Laura Pacheco publicaron en S Moda, suplemento del diario El País. Estos personajes me tienen hechizada por su divismo a la hora de deshacerse de sus maridos y de poner al común de los mortales en su sitio sin que se les mueva un solo pelo del flequillo. Tenemos mucho que aprender de ellas y, sobre todo, tenemos mucho que reírnos.


Vivir con Ryan Gosling (Malaletra, 2018) es la última novela del escritor almeriense Juan Pardo Vidal, un habitual de esta lista. Ligera y breve -se lee en una tarde-, contiene todo el sentido del humor de su autor y, lo que es más importante, su característica voz. Su protagonista es una discapacitada algo neurótica -ama hacer listas de las cosas que odia- que acaba de perder a su gata; mascota que lleva el nombre del actor canadiense que nos enamoró en Drive.


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