Almería tiene las mismas oficinas bancarias que tenía en 1985

Las fusiones, la digitalización y ‘la Almería vaciada’ explican el fenómeno

Una oficina financiera en la provincia de Almería.
Una oficina financiera en la provincia de Almería.
Manuel León
00:17 • 11 abr. 2019 / actualizado a las 07:00 • 12 abr. 2019

No hay ningún otro negocio en la provincia -quizá las tiendas de abrigos de pana, por el cambio climático- que haya cerrado en la última década tantos locales como los bancos y las cajas.



Lo avala la contundencia de los datos del último Boletín del Banco de España: Almería contaba en 2008 – en esos años de vino y rosas, instantes antes del estallido de la burbuja inmobiliaria y todo lo que ese viento arrastró después- con la cifra récord de 806 sucursales financieras, de las que quedan con vida 378 al cierre de 2018, las mismas que daban servicio en la provincia en 1985. Es decir, 428 oficinas menos, lo que se traduce en un descenso de 53 puntos porcentuales, que encarama a Almería en el top five, de las provincias españolas con mayor jibarización bancaria por habitante, tan solo superada por Barcelona (-57,5%), Castellón (-55%), Tarragona (-54%) y Girona (-53,3%). 



En tiempos de Simago



En este análisis comparativo de servicios financieros en la provincia, hay que tener en cuenta también que las oficinas actuales dan servicio a 709.000 almerienses que pueblan la provincia (un ratio de una sucursal por cada 1.875 habitantes), mientras que hace 35 años con la población provincial de 415.000 habitantes -en esa Almería que nos parece tan irreconocible ahora a pesar de la relativa cercanía, en esa Almería aún de Nacional 340 y de Simago- el ratio era de una oficina por cada 1.100 almerienses. La media española es ahora de una oficina por cada 1.694 habitantes, muy lejos aún de la Eurozona (una sucursal por cada 2.278 habitantes.



La desaparición de decenas de entidades por la crisis financiera -en Almería llegaron a abrir exóticas cabeceras como el Banco Guipuzcoano o Caixa Galicia- la oleada de fusiones y adquisiciones y sobre todo la digitalización del sector y la necesidad de reducir costes han provocado este ajuste de acordeón en la red de sucursales urcitanas como en el resto de las provincias españolas. 



Almería ha pasado de ser una de las provincias más bancarizadas de España a estar solo por encima de Huelva (277) en el mapa financiero andaluz. La crisis financiera tocó fondo en 2013 afectando entonces de lleno principalmente a las políticas de expansión de las cajas de ahorro, ahora convertidas en bancos. 



Almería, con la singularidad de contar con la mayor caja rural del país, no se ha visto tan afectada en este segmento del negocio de las cooperativas de crédito del sistema financiero español. Cajamar concentra en la provincia, junto con Murcia, el mayor número de su red de oficinas, a pesar de los cierres por solapamiento y cercanías.



A la ola de cierre de oficinas financieras y despidos en el sector, sin embargo, aun le quedan muescas. A lo largo de 2019 algunas cabeceras bancarias han anunciado nuevos repliegues: es el caso de CaixaBank, una de las entidades con más oficinas en Almería después de Cajamar y Unicaja, que va a clausurar 126 sucursales, de las cuales cuatro están en Almería, con 23 trabajadores afectados. 


También el Santander, el primer banco del país prevé laminar un millar de oficinas en toda España con un ERE de 3.000 empleados, como anunció cuando absorbió el Popular. BBVA y Bankia también han anunciado cierre de sucursales, y el proceso de fusión de Unicaja Banco y Liberbank llevará consigo ajustes seguros de oficinas y trabajadores. 


Un anecdotario de las finanzas rurales

Los jubilados de Armuña tenían hasta hace poco una cita mensual con ‘el pagador de las pensiones’, un trabajador de Unicaja, que era recibido como el mismo Tío Gilito por los habitantes de esa recoleta localidad del Almanzora, a quien le habían puesto incluso un despacho para el negociado en la casa de un vecino que se ofreció voluntario. Allí iban los vecinos cada primero de mes a por su ‘sobre de dinero’, como si fueran a por  bíblico maná. En Enix también un empleado de Cajamar lleva a cabo el pago de las pensiones, aunque previamente consulta por teléfono  qué cantidad van a retirar en efectivo y qué otras gestiones necesitan hacer los clientes del pueblo.


En Bentarique y Terque se dispone de un empleado bancario  de alguna oficina cercana  que da curso a las transacciones en metálico y el pago de recibos. Si se quiere hacer una gestión de mayor importancia, como pedir un préstamo o un crédito hipotecario, el vecino se desplaza hasta alguna oficina cercana como la de Alhama. Son servicios puntuales que duran unas tres horas y que se anuncian por megafonía. Es la precarización de los servicios, que dejarían de darse del todo si se midiera por la estricta rentabilidad empresarial.


Cajamar y Unicaja  mantienen aún ese vínculo por su tradicional relación con el entorno rural.  Aunque Cajamar también ha avanzando en digitalización y más de 650.000 de sus clientes en toda España apenas pisan ya una oficina.




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