“No nos generalicen, venimos a trabajar, no a robar... y hemos visto la muerte”

El relato de supervivencia de los migrantes realojados en hoteles de Almería desde Canarias

Grupo de migrantes accediendo al interior del Hotel Alegria Cabo de Gata.
Grupo de migrantes accediendo al interior del Hotel Alegria Cabo de Gata. Mohamed Ezzizaoui
Mohamed Ezzizaoui
12:53 • 04 nov. 2023

Las historias de Hakim, Omar y Said -nombres ficticios con los que estos tres jóvenes marroquíes prefieren ser citados para no desvelar su identidad- bien puede ser las historias de todos y cada uno de los más de 400 compañeros ocasionales con los que estos días comparten alojamiento y mantel en dos hoteles de El Toyo y Aguadulce. No son precisamente relatos de turistas de sol y playa que disfrutan de las bondades del litoral almeriense, como a buen seguro ocurriría si fueran ingleses, alemanes o belgas.



Ninguno de los tres ha llegado aún a los 25 años y alguno apenas supera el límite de la mayoría de edad, pero el periplo hasta el momento en que cuentan su experiencia a este periodista es de los que vale por varias vidas. Hakim, Omar y Said llegaron el pasado 24 de octubre a Almería, como parte de un grupo más numeroso de migrantes rescatados en las costas de Canarias, enviados después a la península para evitar la presión migratoria en las islas, y redistribuidos por distintos puntos de la geografía española. 



Estos jóvenes relatan a LA VOZ cómo fue su viaje hasta llegar a Almería y cuál es su día a día en la actualidad. Los migrantes zarparon en una lancha neumática el 13 de octubre desde la costa de Tan-Tan, una ciudad situada al sur de Marruecos, junto a otras 32 personas, y el 14 de octubre fueron rescatados en alta mar por Salvamento Marítimo.



La embarcación quedó varada en alta mar sin combustible y el agua empezó a entrar en la misma, por lo que el pánico, el miedo y la muerte se avecinaba hasta que el patrón solicitó la ayuda e intervención de Cruz Roja y Salvamento Marítimo.



Una vez rescatados, fueron trasladados a Lanzarote, donde recibieron atención sociosanitaria durante dos días y también fueron identificados por la Policía Nacional. Finalizado todo este proceso, Accem, una ONG española especializada en la atención de personas refugiadas, migrantes y en situación o riesgo de exclusión social, se encargó de trasladar a todos los migrantes en barco desde Lanzarote hasta Tenerife, con transbordo en Gran Canaria.



Después de pasar una semana en Tenerife, el 23 de octubre, abordaron un avión comercial con destino a Madrid. Finalmente, aterrizaron en la capital y fueron llevados en distintos autobuses desde el Aeropuerto de Madrid hasta El Toyo, concretamente al Hotel Alegria Cabo de Gata, lugar en el que se encuentran alojados a día de hoy.



El coste de los sueños y los peligros de las mafias



Hakim y Omar pagaron 2.500 euros cada uno por el viaje, mientras que Said pagó 3.000 euros. A pesar de estos altos costes y esta gran inversión económica que no resulta nada fácil para ellos, estos tres jóvenes aseguran que algunas personas llegan a pagar hasta 5.000 euros, dependiendo de la suerte que uno tenga en el proceso.


El patrón de la embarcación, por lo general, suele ser cualquier pescador que tiene experiencia en el uso de los dispositivos electrónicos y el GPS, y que también tiene como objetivo llegar a España. Esta persona no paga ninguna cantidad de dinero, ya que la mafia le permite viajar gratis con la condición de que él sea el responsable de la lancha neumática.


Hakim, Omar y Said, al igual que muchos marroquíes, han estado trabajando en el sector de la agricultura en Marruecos durante tres años, recolectando tomates, con un salario mensual promedio de 250 euros. Cada uno de ellos dividía su salario en dos partes: una para ayudar a sus familias y la otra para ahorrar con el objetivo de cruzar el Océano Atlántico y llegar a España.


Hakim, con los ojos llorosos, se sincera: “es muy duro. No todas las personas que pagan llegan a hacer el viaje. Muchas veces una persona paga su dinero y luego lo matan o simplemente lo abandonan”. Además, recuerda constantemente a aquellas personas que se quedan por el camino y acaban ahogados, "hemos visto la muerte, hemos visto a gente morir en el mar".


Después de estas palabras, a Omar no le resulta sencillo todo este proceso por el que están pasando ya que "son muchos riesgos por los que pasamos. Arriesgas tu vida y el dinero que tanto te ha costado conseguir y no tienes nada garantizado". Además, se sincera y comenta felizmente que “tenía el sueño de venir a España desde que era pequeño”.


Said recuerda su estancia en el desierto del Sáhara durante dos días en cuatro furgonetas, cada una capaz de albergar alrededor de 15 personas, en algunas más y en otras menos, dependiendo de la constitución corporal de los ocupantes. Los “rais”, que en árabe significa jefes, aprovechaban la ausencia de los gendarmes  —la policía marroquí— para cruzar el desierto, llegar a la costa y empezar su viaje.


Los jóvenes aseguran que es muy fácil conseguir contactos de las mafias para tener plaza y montarse en una patera: "si tú vas a la estación, te reconocen ellos mismos y son los que te buscan”.


Objetivos y motivaciones

Hakim, Omar y Said tienen los días contados en el Hotel Alegria Cabo de Gata de El Toyo. Afirman que Cruz Roja les ha dicho que les quedan pocos días en el centro pero estos tres jóvenes, al igual que otros migrantes que se encuentran en su misma situación, no saben qué será de ellos ni cómo empezar ya que, en su caso, no tienen familiares ni conocidos en España que les puedan ayudar o acoger.


De momento, su rutina es monótona ya que su obligación es solo cumplir con los horarios de desayunos, almuerzos y cenas. Se levantan temprano a desayunar a las 8 de la mañana, almuerzan a las 13:30 horas, y cenan a las 20 horas. Durante el resto del día tienen tiempo libre. Se pasean por El Toyo y esperan a que las horas pasen, y nada más, pero ellos no quieren esto. Hakim, Omar y Said tienen ambición de estudiar y aprender el idioma. Quieren prepararse para poder trabajar.


Estos jóvenes tienen muchos objetivos y motivaciones una vez llegados a Almería, Said se sincera: “no vengo a robar. Venimos en busca de oportunidades laborales para mejorar nuestras vidas trabajando". Además, deja claro que "solo quiero aprender el español y obtener un diploma de idioma para poder trabajar e integrarnos”.


Omar también comparte su deseo de no querer tener problemas con el país de acogida: “no quiero problemas con el país, ni con los españoles ni con la policía. Solo quiero trabajar”.


Por su parte, Hakim, a pesar de haber dejado atrás a su familia, una madre viuda, dos hermanas pequeñas y un hermano mayor, se emociona confesando que su deseo es tener una oportunidad para poder trabajar y ayudar a su familia"No quiero que me generalicen. Vengo a trabajar y buscar oportunidades, no a robar", añade.


La historia de Hakim, Omar y Said es un recordatorio de los desafíos y riesgos que enfrentan los migrantes en busca de una vida mejor, así como de la gran problemática de las mafias dedicadas al transporte ilegal de personas entre el norte de África y Europa.


Cruz Roja

Francisco Vicente, coordinador provincial de Cruz Roja en Almería, ha declarado a LA VOZ que el trabajo de Cruz Roja consiste en recibir, atender y recuperar física y emocionalmente del trayecto migratorio de estas personas. “Cuando están aquí, les ponemos en contacto con su red de apoyo, familias o conocidos para que puedan seguir su trayecto migratorio”, señaló.


Con relación al hotel en el que se encuentran alojados, tiene 436 plazas habilitadas. En primer lugar, llegó un contingente de 321 personas y posteriormente otro con 112 personas, alcanzando así 433. Desde Cruz Roja aseguran que alrededor de 80 personas han abandonado ya el centro puesto que se han reunido con familiares o red de apoyo en España, y se espera que estos días lleguen 100 personas más a Almería.


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