El alcalde que nos hizo más pulcros

Braulio Moreno Gallego fue alcalde en tres mandatos distintos: 1910, 1918 y 1930

a antigua calle de Salvador Torres Cartas está dedicada a Braulio Moreno desde 1931. Es la segunda calle con arco que existe en el casco histórico
a antigua calle de Salvador Torres Cartas está dedicada a Braulio Moreno desde 1931. Es la segunda calle con arco que existe en el casco histórico
Eduardo de Vicente
20:30 • 15 ago. 2023

La otra calle del arco, la que empieza en la calle Real y desemboca en la del Hospital, se la dedicaron a la figura de Braulio Moreno Gallego, tras su fallecimiento en marzo de 1931. La corporación municipal quiso así rendirle un homenaje a este insigne político que fue Alcalde de Almería en tres mandatos diferentes



Su aventura al frente del consistorio no fue un camino llano. Le tocó vivir un tiempo muy complicado donde los números de las arcas municipales no cuadraban y donde faltaban recursos para poder darle un empujón a la ciudad. Además tuvo que hacer frente a dos epidemias, que sobre todo la de 1918, dejó una estela de muerte sin precedentes en Almería.



Braulio Moreno, de profesión procurador, fue un liberal que empezó su carrera política en 1910, cuando fue teniente de alcalde y cuando por Real Orden, fue nombrado alcalde sustituyendo en el cargo a Onofre Amat



Una de sus obsesiones, desde que ocupó el sillón principal de la casa consistorial, fue la higiene, que trató de imponer por los barrios más deprimidos para tratar de evitar las infecciones y los brotes epidémicos que entonces estaban a la orden del día. La primera epidemia que se le cruzó en el camino fue la de viruela de 1912. En septiembre, el agente consular de los Estados Unidos en Almería prohibió el desembarco de los pasajeros que llegaban al puerto a bordo de los buques que venían a cargar fruta con destino a Nueva York y a otros puertos de América del Norte, al tener noticias de un brote de viruela que se había declarado en la ciudad. Unos días después, el alcalde, Braulio Moreno, publicó un bando para evitar focos de infección que pudieran poner en peligro la salud pública, tratando de evitar enfermedades como el tifus y la viruela, de las que ya se habían detectado varios casos.



El bando sobre higiene obligaba a los vecinos a encargarse del barrido y del riego de las calles y las aceras en el espacio comprendido frente a las fachadas de sus casas, teniendo que realizar dicha operación dos veces al día, antes de las ocho de la mañana y a las cinco de la tarde. Además, la autoridad ordenó la expulsión de todos los cerdos que se encontraran dentro del casco de la ciudad, con una multa de veinticinco pesetas para los infractores. Esta medida fue la más dura para la población, ya que era difícil encontrar una casa en los barrios más pobres donde las familias no destinaran los patios a la cría de cerdos.



En su afán por adecentar la ciudad, emprendió una verdadera cruzada contra los carros de la basura que transitaban por las calles de Almería dejando un rastro de mal olor e inmundicias, obligando a los basureros a cubrirlos con una lona, una medida que provocó grandes protestas. Cansado de tanta responsabilidad, en octubre de 1913 presentó su dimisión al frente de la alcaldía.



Cinco años después, en el mes de julio de 1918, Braulio Moreno lo intentó por segunda vez, siendo elegido alcalde con veintitrés votos tras la muerte del edil Muñoz Calderón. No eligió el mejor momento para su segunda aventura en el ayuntamiento. Un mes después de asumir el mando, tuvo que vivir una de las experiencias más duras de su vida debido a la epidemia de gripe que dejó su rastro de muerte en casi todas las familias de Almería. El propio Braulio Moreno cogió la enfermedad. No es de extrañar que en octubre de 1919, quince meses después de llegar al cargo, se volviera a marchar, aunque no de forma definitiva, ya que todavía tendría una última oportunidad de dirigir la ciudad, cuando en 1930, con más de ochenta años de edad, regresó a la alcaldía.



Durante sus distintos periodos como alcalde, Braulio Moreno emprendió la reforma del Paseo y gracias a su iniciativa la estación sismológica pudo ser una realidad en la falda del cerro de la Molineta. Mejoró la limpieza de las calles, el sistema de recogida de las basuras y trató de combatir, muchas veces sin éxito, la miseria en la que se vivía en los barrios extremos de la ciudad.


En vida llegó a ser Decano honorario del ilustre colegio de Procuradores, comisario Regio de Fomento y poseedor de la Gran Cruz de Isabel la Católica, que le entregó el Rey Alfonso XIII en la visita que realizó a Almería en 1911. Cuando murió, el 26 de febrero de 1931, era el más antiguo de los hermanos de la cofradía de la Virgen del Mar. En su féretro, llevaba una estampa de la Patrona.


Temas relacionados

para ti

en destaque