El sepulturero de Almería

Paco Burgos cuenta su historia en el cementerio: “Nunca tuve miedo”

Paco Burgos en una de las calles principales del cementerio de San José.
Paco Burgos en una de las calles principales del cementerio de San José. Carlos Miralles
Carlos Miralles
19:51 • 18 may. 2023 / actualizado a las 20:03 • 21 may. 2023

Es la una de la tarde de un día ventoso y soleado en Almería, algo habitual en esta tierra. Pero esta entrevista se sale un poco de los guion, de la rutina. En la puerta principal del Cementerio de San José, en Almería capital, espera Francisco Burgos González, Paco, para los amigos.



Nació el 2 de febrero de 1980. Le apasiona el fútbol sala y junto a su hijo, también llamado Paco, que estudia en Murcia, aprovecha cada evento por España para ver torneos. Con solo 43 años pone en el escaparate un oficio como cualquier otro pero del que no se saben muchas cosas.



Paco Burgos es una persona inquieta y antes de llegar al cementerio trabajó como repartidor, vigilante, mozo de almacén y en la construcción. Mientras entrenaba en fútbol sala hizo una entrevista para la que ahora es su profesión, quizá sin demasiadas esperanzas de que lo llamasen, hasta que un día le sonó el teléfono para incorporarse a Grupo ASV Servicios Funerarios. Han pasado ya 16 años y dice que es un oficio como otro cualquiera.






Labor



Pero, ¿qué trabajo desarrollan Paco y sus compañeros en el cementerio?. Primero hay que explicar que hay cinco en el término municipal y que durante la jornada laboral hay muchas cosas por hacer: "No nos encuadramos solo en sepultureros. Hay cinco cementerios en Almería como La Cañada (San Ignacio), El Alquián, Cuevas de los Medinas, Cabo de Gata y el de la capital, San José. También llevamos mantenimiento, maquinaria, colocamos lápidas, jardinería… hay muchas cosas más". 



Como dato a tener en cuenta, entre todos cementerios del término municipal de Almería suman 40.000 nichos. "Hay familias enterradas juntas, La tumba más antigua está en los panteones, y data del año 1882", dice Paco. 



El primer día

El estreno de Paco Burgos como sepulturero fue emocionante: "Me mandaron al cementerio de Cabo de Gata para el rodaje de una película. Dije, ¡mira qué suerte!. Estuve abriendo y cerrando puertas, acompañando a los actores… Manuel Martín Cuenca era el director y allí rodaron un día entero varias secuencias y se llama ‘La mitad de Óscar'. En la capital estuvieron Javier Bardem y Salma Hayek. Se grabó ‘Los caminos que no escogemos’ en el cementerio civil y lo cambiaron todo, hasta con decorados. Anteriormente hubo más pero que yo recuerde son esas dos".


Su familia

Sentados a la izquierda de la puerta principal del cementerio, Paco se siente cómodo contando su historia para LA VOZ y Cadena SER. "Es como una charla entre amigos, distendida", llega a decir. La familia de este almeriense no esperaba ese cambio tan radical en su vida laboral e incluso indica que se trababa de una broma: "Así es, pensaban que era mentira. Ni tenía arraigo ni familiares en este oficio, así que no se lo esperaban. Luego se normalizó todo porque es un trabajo más".




Valorar la vida

La percepción de la vida le cambió completamente a Paco Burgos desde que firmó su nuevo contrato. Ha visto tantas situaciones en el cementerio que piensa que cada mañana cuando sale el sol se pasa lista y como nunca sabes si tu nombre aparece en ella, es mejor vivir cada segundo con felicidad y alegría junto a los tuyos: "Antes de comenzar a trabajar como sepulturero vivía más preocupado. Decía vamos a recortarnos de aquí, no voy a jugar al fútbol porque estoy cansado, y varias cosas más. Ahora valoro cualquier mínimo detalle. Si puedo hacer un viaje o echar cervezas con los amigos lo hago. A diario te das cuenta de que si estás en la lista ya has terminado, da igual si eres guapo, feo, rico o pobre. Disfruto la vida mucho más".


Inhumaciones e incineraciones

Los tiempos cambian y el coronavirus tuvo mucha incidencia. En sus primeros años de sepulturero era muy habitual hacer inhumaciones prácticamente a diario pero esa dinámica se está empezando a igualar. Incluso su labor es tan amplia que siempre están ocupados ayudando a los que visitan el cementerio: "Cuando yo entré había bastantes inhumaciones. Preparamos los nichos y si no pues ponemos lápidas, recogemos cosas, cambiamos papeleras, jardines, y orientamos a los que vengan aquí a lo que necesiten. La tendencia se está igualando". El 43% de los fallecidos son incinerados frente al 57% que son inhumados.


Nunca tuvo miedo

¿Alguna vez ha tenido miedo?. Paco no duda en responder con seguridad y rotundidad. Cuando llegan familias rotas de dolor por un fallecimiento inesperado o de algún pequeño se le encoge el corazón, pero vivirlo en primera persona le ha hecho mucho más fuerte mentalmente: "Nunca he llegado a tener miedo. Estamos formados para manejar situaciones de tensión. Aquí vienen familias que han perdido seres queridos y no siempre son ancianos, porque hay casos de niños, accidentes de tráfico, y siempre generamos empatía con ellos".


Tiene anécdotas para escribir un libro pero hay dos que guarda especialmente. La primera fue mientras estaba colocando una lápida y de golpe, al mirar atrás, se encontró en soledad: "Un compañero y yo hicimos una inhumación y justo cuando estábamos introduciendo el féretro para colocar la lápida me giré hacia atrás y la familia ya se había ido. Se pensaba que estaba de broma, pero nos quedamos un poco extrañados". 




En las calles del cementerio

Otra de las historias que refleja Paco Burgos en esta charla con LA VOZ y Cadena SER es que al principio notaba que el aprendizaje era constante. Mientras cambiaba las bolsas de las papeleras o barría el suelo de vez en cuando escuchaba unos pequeños golpes, "como un ¡boom!, y claro, yo no sabía exactamente lo que era”. Esos ruidos venían, y vienen, porque sigue pasando, desde dentro de los nichos: “Algunos ataúdes tienen una lámina de cristal y en verano, con el calor y la descomposición de los cuerpos, que generan gases, ese cristal explota, pero lo interiorizas. Nada de voces, ruidos extraños, o apariciones. Eso son leyendas urbanas".


Nuevas tecnologías

El cementerio de la capital sigue su crecimiento y Paco señala que las nuevas tecnologías le han facilitado el trabajo. Existe una aplicación mediante el cual una persona que no haya visitado nunca este lugar o quiera visitar a algún ser querido, encontrar rápidamente el nicho. Solo tiene que ponerse en contacto con el personal y facilitando nombre y apellidos lo encuentran en menos de un minuto: "La zona de la puerta principal es la más visitada porque todo el mundo tiene que pasar por aquí. Como el cementerio es cada vez más grande la gente se despista y pregunta por el nicho de su familiar o amigo. Gracias al programa Navision, donde están registrados los difuntos, con una simple llamada nos dan la ubicación y los acompañamos. También nos preguntan si ha pasado algo raro algún día, si hay personas importantes, curiosidades en general. Siempre les digo que hay que tenerle miedo a los vivos, que son los que te pueden hacer daño, porque los difuntos ya descansan".


Un trabajo más

Para quienes piensen que es un trabajo delicado o para el que no se sienten preparados, apunta que dentro de las historias que puedan darse en una inhumación lo que más llena es que las familias siempre agradecen la cercanía, el saber estar, y la empatía, de los trabajadores. Por eso Paco siempre tuvo claro por qué se metió en este oficio: "Miedo da llegar a final de mes y no cobrar. Es un trabajo que requiere formación para manejar ciertas situaciones, pero no debe asustar a nadie. Te reconforta ayudar a las familias que vienen con su dolor y pena, de estar dos días en un Tanatorio o del Hospital, y sin conocerte te agradecen el trato que das y la ayuda hasta última hora".


Trato cercano

Una actitud positiva y empática hace que su día a día sea tranquilo y en muchas oportunidades reconfortante. Paco Burgos es una enciclopedia de la vida y explica que hubo una jornada en la que no paraban de llegar coches fúnebres. Eran todavía los años previos al Covid donde el porcentaje de inhumaciones superaba a las incineraciones: "Siempre intento poner un punto positivo a las cosas porque si no sería imposible estar aquí. Hubo un día, antes de la pandemia, en el que había cinco coches uno detrás de otro esperando a que termináramos un servicio para iniciar otro. Una vez llegué a realizar ocho inhumaciones en 24 horas".


Recuerda también Paco Burgos que hace bastantes años se llevaba mucho más el visitar al familiar o al amigo en el cementerio. Él ha visto llegar a familias enteras allí para pasar el domingo incluso con el picnic: “Por aquí ha pasado gente de Barcelona, de muchos puntos de España. Hasta se quedaban aquí el domingo, comían dentro del cementerio”.




El lugar menos conocido

Se divide en varias zonas el cementerio de San José, en la capital, pero hay una que tiene algo especial para Paco. "Está la zona de panteones que pese a tener ya muchos años ves una arquitectura muy chula, con mármol y bóvedas que son obras de arte. Hay incluso esculturas, sarcófagos, pero como está un poco en desuso pues se nota el paso del tiempo", reconoce.


Poco a poco se va terminando esta charla y se llega a un punto en el que cuenta qué ocurrió en la época de la Guerra Civil española. En primer lugar, "la Junta de Andalucía hizo varias excavaciones hace unos seis o siete años con arqueólogos y encontraron varias tumbas. Al entrar al cementerio, a mano derecha, hay un jardín con un monolito donde están enterrados los fusilados del bando republicano. El bando nacional se encuentra al fondo del cementerio, en la cruz de los caídos, en la plaza de los panteones. Hay dos pisos bajo tierra". Y luego señala, junto a la fachada principal, "los disparos contra la tapia que había en esos fusilamientos".


Despedida

Llega el punto y final. Alrededor de media hora de experiencias, anécdotas y vivencias de un Paco Burgos satisfecho con su trabajo y la labor que desarrolla ayudando a las familias que tan mal lo pasan cuando pierden a un ser querido. No quiere despedirse sin recordar: "Yo valoro cualquier cosa. No me sale decir no tengo ganas de hacer esto. El más adelante no sabemos nunca si va a llegar y valoro los ratos con la familia, disfrutar de mi pareja, de mi hijo, de viajar. Te cambia la forma de pensar radicalmente".


Paco Burgos, sepulturero en los cementerios del municipio de Almería, se despide de LA VOZ y SER: "Ha sido un auténtico placer. Aquí tenéis a un amigo". Igualmente, caballero.


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