El Lugarico: La encomienda perdida y hallada

Don Juan López Martín fue un santo y ejemplar sacerdote almeriense con un trato humano, familia

Don Juan López luce en el pecho la condecoración.
Don Juan López luce en el pecho la condecoración. La Voz
Francisco Giménez-Alemán
09:21 • 04 sept. 2021 / actualizado a las 09:52 • 04 sept. 2021

Don Juan López Martín fue un santo y ejemplar sacerdote almeriense fallecido en el verano de 2008. A sus muchos títulos y distinciones yo antepongo la de su trato humano, familiar y cercano desde que de niño lo conocí en el Colegio La Salle donde acudía con frecuencia a echar una mano en los servicios religiosos.



Luego seguí su brillante currículo como archivero de la Catedral y otras numerosas actividades, como bien lo refleja el profesor Trino Gómez en una cumplida nota biográfica en la página web del Instituto de Estudios Almerienses.



La ingente obra investigadora de don Juan, que mereció el nombramiento de académico correspondiente de la Real Academia de la Historia, sobrepasaba los límites provinciales y un grupo de amigos y seguidores de sus trabajos firmamos un escrito al Ministerio de Asuntos Exteriores solicitando para el canónigo archivero de nuestra Catedral la Encomienda de número de la Real Orden de Isabel la Católica. En apoyo de tal iniciativa le pedí por carta al ministro y canciller de la Orden, a la sazón Josep Piqué, que se agilizase el procedimiento de concesión, lo que así me comunicó a los pocos días de recibir mi misiva.



Sin notificación



Con la consiguiente satisfacción llamé inmediatamente a don Juan para decirle que del Gabinete del Ministro acababan de confirmar la concesión y para expresarle mi enhorabuena por tan justo y merecido reconocimiento. Pero pasaban los días, las semanas y algún mes que otro y el P. López Martín no recibía ninguna notificación.



Como el retraso era ya algo llamativo mi Secretaría se puso en contacto con la del Ministerio y después de muchas averiguaciones y consultas al expediente se descubrió que hacía meses, tantos como desde que el ministro Piqué me lo anunciase, que el diploma en su correspondiente tubo de cartón había sido enviado por conducto oficial a la Diputación de Almería, según quedó reflejado en el registro de salida del Ministerio.



Efectivamente, el rulo con el solemne documento oficial estaba perdido en algún lugar de la Diputación y fue encontrado con gran alegría por nuestra parte y, sobre todo, del desde ese momento Ilustrísimo Señor Don Juan López Martín, tratamiento al que le daba derecho la Encomienda de número de Isabel la Católica. Deshecho el entuerto, la Diputación de Almería organizó el acto de imposición de la correspondiente medalla en presencia de autoridades y de numerosos amigos y admiradores de la obra de nuestro eminente canónigo archivero y sabio historiador. Y la prensa lo reflejó al detalle. Fue sin duda un acto de justicia para quien había dedicado su vida a la investigación en la Catedral y a la historia de la Iglesia de Almería de la que, junto al Padre Tapia, era un consumado experto.



Porque, además, don Juan empleaba sus vacaciones de verano para trasladarse a la biblioteca del Vaticano donde tenía acceso a los documentos clasificados y secretos. Allí precisamente, en el mes de junio de 2008, le sorprendió la enfermedad que un mes después acabaría con una vida dedicada a la mayor gloria de Dios Nuestro Señor.

 

Referente cultural He traído al Lugarico la memoria de don Juan López como un referente de la cultura almeriense con proyección nacional. Y como síntoma de la facilidad con que Almería olvida a sus más esclarecidos ciudadanos. Tiene el Canónigo don Juan López una importante avenida con su nombre en Roquetas de Mar, pero se echa de menos que la ciudad y capital de la provincia no haya promovido en su callejero una denominación semejante que recuerde a este gran estudioso que nos dio brillo y esplendor como urbe universitaria decidida por los valores de la inteligencia y de la investigación científica.


Conservo con dedicatoria autógrafa algunos de sus mejores libros: “Almería por los Reyes Católicos, La

Catedral de Almería”, “La verdad sobre San Valentín” y las biografías de los obispos don José María Orberá y don Diego Ventaja, con mención especial de su magna obra “La Iglesia de Almería y sus Obispos”. Pero la sola mención de los restantes títulos de su bibliografía nos llevaría más espacio del que ocupa este artículo.


Don Juan, siervo de Dios como él mismo se definía, tuvo sus contratiempos con alguno de los obispos a lo largo de más de cuarenta años de servicio a la Iglesia de Almería. Pero siempre puso por delante el sentido y el deber de obediencia, como cuando fue separado de la parroquia del Sagrario en su querida Catedral para ocupar la de San Sebastián. Almería está en deuda con este preclaro sacerdote a

quien el azar o la incompetencia le pudo birlar su bien ganada y merecida Encomienda de número de la Real Orden de Isabel la Católica. Laus Deo.


Temas relacionados

para ti

en destaque