Dos millones por el Fraile: llega tarde, muy tarde

Los propietarios, Agrícola Mar Menor, bajaron sus pretensiones para alcanzar un acuerdo

Imagen retrospectiva del simbólico Cortijo del Fraile, en el valle nijareño.
Imagen retrospectiva del simbólico Cortijo del Fraile, en el valle nijareño.
Manuel León
11:40 • 01 jul. 2021

Llega tarde, pero llega al fin: El Fraile se salvará de la ruina total gracias a la Diputación Provincial, una administración que en el caso de este célebre Cortijo no había dicho hasta ahora esta boca es mía; se salva con la extremaunción echada el Fraile, pero se podía haber salvado antes -lleva en ruina técnica desde hace una década- si la administración Autonómica, quien tiene competencias sobre este Bien de Interés Cultural, hubiera dado el paso antes, en vez de haber estado más de veinte años mareando la perdiz, viendo cómo la mayor parte de sus muros se han desvencijado casi por completo, a excepción de la parte de la ermita que  permanece apuntalada entre algodones por unos andamios de la empresa Rehabitec. 



Sevilla, por lo que hemos visto, ha estado siempre muy lejos de este Sitio Histórico lorquiano y las intenciones de compra a la empresa propietaria Agrícola Mar Menor no han pasado de meras propuestas de permutas.



En torno a dos millones de euros pagará Diputación a los dueños -lo mismo que pagó por las mascarillas de marras hace más de un año- por lo que queda del viejo caserón construido en el siglo XVIII junto a 23 hectáreas que lo circundan, partiendo desde el Camino de los Albaricoques. Se ha tratado de un procedimiento negociado en el que el acuerdo es definitivo, a falta de delimitar con exactitud las parcelas catastrales que pueden suponer una diferencia de precio en torno a 50.000 euros. Fuentes próximas a la negociación subrayan el importante esfuerzo realizado por la parte vendedora para ajustar el precio a las posibilidades de compra del organismo que preside Javier Aureliano García. 



La compañía propietaria, a través de la filial Agrícola La Misión, seguirá explotando los terrenos más alejados  del cortijo con cultivos ecológicos de brócolis y otras variedades de hoja verde sobre cien hectáreas.



A partir de que se firme la escritura de compraventa en las próximas semanas, al Cortijo del Fraile, lugar de culto internacional para los seguidores de la obra de Federico García Lorca, se le abrirá un abanico de posibilidades de recuperación y puesta en valor cultural y etnográfica. No obstante, por los estudios técnicos existentes desde hace años, la rehabilitación del Cortijo y la finca no bajaría de los cinco millones de euros.



Le quedará a partir de ahora a Diputación la segunda parte de la operación que es la encontrar una solución imaginativa para convertir ese inmueble tan ruinoso, pero con tanta carga simbólica, en un lugar de peregrinación cultural al Parque de Cabo de Gata-Níjar, siguiendo quizá un modelo como el del antiguo Hospital Provincial, próximo a convertirse en una gran pinacoteca del Realismo Español. Ahí deberá contar con el apoyo de la Junta, del Ayuntamiento de Níjar y de   las aportaciones del Gobierno Central a través del 1,5% cultural y de fondos europeos. 



Tampoco se descarta la creación de una Fundación y la concesión posterior para algunas actividades de ocio turístico y de restauración. La mejor noticia es que, después de décadas, cuando estaba casi amortajado, el Fraile -el viejo Hornillo- desde donde Paca Cañadas  y Paco Montes escaparon a lomos de una mula dejando al pobre Casimiro durmiendo la siesta dando lugar a una tragedia universal, volverá a respirar, aunque su estado herrumbroso no dé ya para una rehabilitación total, sino más bien para una réplica por haber mariposeado demasiado sin tomar una decisión firme como la que acabamos de conocer para regocijo de Ian Gibson o Juan José Ceba; otros de sus paladines durante mucho tiempo como Margarit, Goytisolo, Valente o Pilar Quirosa ya no podrán ver el renacimiento del Fraile sobre la solitaria llanura cabogatera.



La hacienda y todos sus dueños

Está allí, en el camino de Los Albaricoques y Rodalquilar, en un llano fantasmagórico de tierra escarlata, ribeteado de agaves, de lechugas ecológicas, como un Titanic varado en un desértico océano, solitario, pidiendo socorro desde el silencio más sepulcral; Allí a 30 kilómetros de la Puerta Purchena, está el Cortijo del Fraile, del Hornillo, el de los Acosta, de Paca la Coja, el escenario real de los hechos de 1928 que inspiraron en 1931 a Colombine en Puñal de Claveles y en 1933 a Federico con Bodas de Sangre (No tuvo tanto de flechazo instantáneo de Federico con el relato del crimen nijareño como se ha escrito: tardó un lustro en publicarlo. Antes que el malogrado granadino, publicó nuestra paisana su novela sobre las celebérrimas nupcias tan silenciada durante años). El Cortijo fue construido por los frailes dominicos en torno a 1780 y después, durante la Desamortización de Mendizábal (1836) pasó a manos de varios propietarios que lo vendieron a los Acosta. Tras la Guerra fue de Lorenzo Gallardo, del empresario Vandervalle, de una empresa vinculada a Juan Guerra, de la aseguradora francesa UAP y por último de Dunia y Agrícola Mar Menor de Murcia, hasta que la primera empresa -de la familia Mateo- vendió su participación a la segunda, de la familia Cánovas.




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