Así serán los Jardines Mediterráneos de La Hoya

Las obras podrían arrancar a final de año, costarán 3,6 millones y estar listos en 2023

Lola González
15:54 • 14 jun. 2021

El Ayuntamiento de Almería ya tiene proyecto para los Jardines Mediterráneos de La Hoya. Seis meses de intenso trabajo conjunto del Estudio KAUH Arquitectura y Paisajismo y los técnicos municipales, han derivado en un diseño que presentaba la concejal de Urbanismo, Ana Martínez Labella, “con la ilusión de convertir un espacio que habíamos estado usando de escombrera y aparcamiento en un gran atractivo social, turístico y cultural”. Y es que esta es la primera actuación pública que vive este espacio en el último milenio ya que hasta ahora cualquiera de sus cambios ha llegado de la mano privada, de aquellos que utilizaron este espacio como zona para vivir, para trabajar o para cultivar.



Lo que hoy es un dibujo está llamado a ser una realidad “en el primer trimestre de 2023” ya que ahora que el proyecto está aprobado por la Junta de Gobierno, se arranca el proceso de redacción del pliego de condiciones para la ejecución de las obras. Cree Martínez Labella que si todo va bien “para final de año estará la obra adjudicada e incluso, si da tiempo, podrían arrancar los trabajos”. Se trata de una adjudicación que tardará 14 meses y que costará 3,6 millones de euros, contará con más de 21.000 unidades de plantas de 101 especies diferentes de los que 122 serán árboles de 14 especies diferentes. 



El diseño del futuro espacio público de La Hoya se ha establecido pretendiendo tener “el máximo respeto al entorno patrimonial y paisajístico, convertirlo en un elemento aglutinador de ese mosaico de unidades de paisajes” y que se encuentre en ese “contexto de singular fusión de patrimonios arquitectónicos, así como de protección arqueológica” pero permitiendo que sea “un espacio de disfrute y uso ciudadano”, explicaban los redactores del plan Juan Antonio Sánchez y Vincent Morales.






La llegada a este espacio se realizará por el dique, el punto más elevado que se ha llamado ‘Balcón de La Hoya’ y que pretende que sea zona de parada, observación e interpretación del paisaje y en el que se ubicará un punto de información. 



Desde allí se pueden seguir dos caminos: el primero de ellos recorre los pies de la Alcazaba hasta la muralla que se ha denominado como Paseo de las Gacelas. Cuenta con caminos de ida y vuelta así como con conexiones con otros caminos de bajada a la zona valle. En este camino se mantendrá la antigua cantera. El segundo recorre la ladera de San Cristóbal y se ha denominado como Paseo de las Paratas que al encontrarse en dos niveles se divide en las Paratas altas y las bajas, y desde el que también se puede acceder a los caminos que recorren la zona baja. Allí se los muros de piedra seca se restauran y recuperan, así como se incorporan escaleras y rampas para hacerlos accesibles. Será en esta zona donde se ubique la mayoría del arbolado que necesita riego.



Mantener la imagen



Desde el principio el proyecto de HUAC ha apostado por mantener el carácter de espacio vacío que tiene La Hoya y por ello se ha optado por adecuar el tapiz vegetal de la zona valle realizando lo que han llamado ‘roales’ de plantación, es decir, círculos de plantas que generan a su alrededor una red de caminos para transitar con pequeñas estancias de árboles muy determinada por la protección arqueológica. 


En el centro de este gran espacio se ha dejado un espacio libre de vegetación. Se trata de una explanada que puede permitir la realización de actividades colectivas efímeras o simplemente que sea un espacio para divertirse.


Ciertamente se trata de una actuación que “ilusiona” tanto a la Concejalía de Urbanismo porque “ha sido una gran aspiración de muchas corporaciones municipales” como a los propios arquitectos que después de 11 años desde que ganaran el concurso de ideas para este espacio, de los cambios que se han realizado en el entorno y de las crisis económicas pasadas, ven como llega el proyecto a buen fin.


Los detalles del proyecto

Nada se ha dejado al azar en la confección de los Jardines Mediterráneos de La Hoya. Ni lo están las especies elegidas para cada una de las zonas, ni sus tamaños, como tampoco lo hace la tierra elegida o la iluminación. Y es que si algo era complicado en este proyecto era tratar de alcanzar un acuerdo con todas las partes implicadas: la Estación Experimental de Zonas Áridas; la Consejería de Cultura y Patrimonio, y la propia voluntad del Ayuntamiento. Y todo eso sobre un espacio rodeado de patrimonio, con un subsuelo repleto de restos arqueológicos y en una zona en vías de regeneración.


Lo primero que tenían claro los redactores del proyecto es que la actuación tenía que ser blanda, es decir, principalmente tenía que poner en valor los elementos que allí ya existen. Por ello, se documentaron a través de planos de época y fotografías posteriores de los usos de esta zona. Así, en todo momento se apostó por permitir que las imágenes de la Alcazaba, la Muralla de Jayrán y San Cristóbal presidieran la visual. Para ello, se elige una actuación de recuperación de ágaves y chumberas (o pencas) que tradicionalmente han ocupado la ladera del monumento árabe porque son plantas que no necesitan mantenimiento, que devuelven la imagen tradicional de este espacio y que ayuda a la fijación del terreno. Una actuación en la que no se podrán utilizar medios mecánicos y para que se podrán ver a burros como única ayuda de la mano humana. 


Para proteger la muralla se ha establecido un espacio libre entre la zona de paseo y la misma de forma que es la reina del valle de La Hoya. La ladera de San Cristóbal es la que contará con una mayor actuación, una elección que los redactores del proyecto explican en la propia historia de este espacio. Allí estuvo durante años un cortijo que se dedicó al uso agrícola dejando en la zona dos grandes albercas que en su día conectaron con el Canal de San Indalecio, una red de acequias en bastante deterioradas y una suerte de terrazas o balates en la que se cultivaron varios tipos de plantas y que se van a utilizar para colocar la gran parte del arbolado con el que cuenta el proyecto.



Estos vestigios de la cultura del agua que existen son grandes protagonistas de estos jardines. Así, tras analizar la posibilidad de rescatar las albercas para uso ornamental se decidió ponerlas en marcha para su uso original, para el riego de esas terrazas de cultivo. Un riego que se hará con agua de la conducción general y que recorrerá durante el día a través de canales (unos rehabilitados de los actuales y otros de nueva creación) hasta llegar a la ubicada en la parte baja. Durante este recorrido se irán regando por goteo las terrazas salvo la primera de ellas que permitirá realizar la técnica tradicional de riego a manta (por inundación) de los árboles cítricos que allí se plantará. En estas terrazas se podrán encontrar granados, membrillos o higueras. Todos ellos tendrán un tamaño medio que genera sombra pero a la vez ni tapa la muralla ni supone el perder la visual de la zona valle desde la terraza inmediatamente superior.


Zona valle

En la parte del valle los espacios se agrupan a través de círculos de plantas típicas de los jardines mediterráneos y que necesitan poco mantenimiento. Se trata principalmente de especies arbustivas para que sus raíces no afecten a los restos arqueológicos que se encuentran en el subsuelo. Aún así se tendrá que hacer un recrecido de unos 50 centímetros a un metro a la hora de proceder a la plantación que garantice que no les afecta. ¿Eso significa que no va a haber árboles? No exactamente. Teniendo en cuenta los estudios realizados y los conocimientos de la ubicación de los restos, se podrán plantar algunos árboles de porte medio para establecer zonas de descanso con un banco allá donde no supongan un riesgo. 


Pero es que hasta la imagen temporal de este proyecto está mimada. Así, se ha tenido en cuenta que cada estación del año deje una imagen diferente. Habrá diferentes especies de hoja caduca y se ha elegido para la parte del valle una especie muy vista en la ciudad como es el cersis pero con un color de flor poco visto, como es el blanco.


Evidentemente los caminos de esta parte del trazado serán de tierra pero para evitar las polvaredas que se generarían durante los típicos vendavales que sufre esta ciudad se ha apostado por usar una tierra estabilizada (mezclada con cal) que ya se usa en otros espacios públicos en provincias como Málaga, y que impide que se levante.


El uso de la luz

Pero es que en este espacio hasta el uso de la luz está medido al milímetro. Explicaban los redactores del proyecto que lo que tenían claro es que hay que evitar la contaminación visual por lo que desde el principio se descartó la presencia de farolas. A partir de ahí comienzan a trabajar en iluminación a ras de suelo y cuya dirección no fuera hacia el cielo porque esa luz podría molestar a las gacelas que están en la reserva. Combinando esto y la elección de un modelo que soporte posibles actos vandálicos, nace una propuesta que bien parece una piedra del entorno. De piedra también, y del mismo color que la que tienen los monumentos, será también el panel informativo que se va a colocar en el balcón. 


Se trata de un proyecto en el que se ha medido hasta el último detalle, que ha supuesto seis meses de trabajo, investigación histórica y lograr consensos.


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