“Los balcones están siendo una puerta a la esperanza, una métafora de la vida”

Entrevista con María José Romero, médica jubilada

María José Romero es médico, ahora jubilada.
María José Romero es médico, ahora jubilada. La Voz
Fina Martín
19:17 • 25 abr. 2020

María José Romero es médica jubilada. Ha trabajado en el Hospital  Torrecárdenas y en centros de atención primaria de la provincia. Amante de la literatura y el cine, dice que hay que ayudar con sentido común, “donde el corazón te lleve”. Tiene una máquina de coser Singer centenaria, que perteneció a su bisabuela. Con ella confeccionó mascarillas y desde su cocina, prepara platos para aquellos que no pueden salir de sus casas.



¿A que edad notó una necesidad en una persona cercana?



Tendría yo cinco años. Una vecina tenía un hijo que nació con un sufrimiento fetal. Yo sentía el dolor de la madre porque su hijo no progresaba mientras que otros empezaban a andar. Esta mujer le pedía a mi madre que me quedara con su hijo cuando ella iba a comprar.



¿Cómo vio este hecho en su mente infantil?



No lo podía comprender. Era un niño muy especial. Dos años más tarde asistimos a su muerte.



¿Cuál fue su reacción solidaria tras el estado de alarma?



Me dije que esto pasará, después mi acción consistió en arrimar el hombro a aquellas personas de mi barrio a las que esta situación superaba. 



¿De dónde le viene esa inmersión en los problemas sociales?

Me viene de mi padre que era muy solidario y también de mi tío abuelo que fue un sacerdote Jesuita. Estuve un tiempo viviendo con la comunidad Jesuita de Córdoba que me dio otra visión de la vida que yo desconocía.


¿Qué promulgaban esas ideas?

Sobre todo amor. Un mensaje que transmitían con sus hechos y su forma de ser.


¿Cómo define el amor en un contexto social?

Amor no es quererse ni darse besos. Amor es procurar el bien del otro sin juzgarlo.


¿Cómo es su vida durante el confinamiento?

Aunque sea raro, yo soy feliz. Me levanto, compro y cocino desinteresadamente. Tengo muchos vecinos a mi cargo. Sobre el mediodía salgo a entregar la comida, luego veo documentales y he descubierto Youtube. Me gusta mucho la literatura y veo reseñas de libros. Ahora estoy con la filosofía existencialista.


¿Qué destacaría de los existencialistas?

El compromiso con el hombre. Yo quiero ver al hombre desvalido que sale adelante y pueda hacer algo por los demás y por sí mismo.


¿Ha confeccionado mascarillas?

Mi máquina es una preciosidad. Es una “Singer” de más de cien años que perteneció a mi bisabuela. Mientras hacía las mascarillas pongo la canción de la película El paciente inglés.


¿En qué situación se encuentran esas personas a las que está ayudando?

Está el trabajador online que no tiene tiempo para comer de manera equilibrada, una persona enferma, están los matrimonios mayores, los que están solos, y los desheredados de la vida que han llegado a verse sin techo.


¿Cómo puede llegar una persona a vivir en la calle?

Es una línea muy tenue. Se puede pasar de tenerlo todo a no tener nada en un momento. Son situaciones que te dejan en una indefensión total como puede ser haber pasado por la cárcel, caer enfermo o sufrir un revés económico.


En la capital se ha dado el caso de un ‘sin techo’ que se encuentra en la calle después de abandonar en tres ocasiones el albergue.

Era un deportista destacado en su país de Europa del Este. Vino aquí hace unos años con un contrato de trabajo pero una enfermedad frustró todos sus planes. En estos casos hay personas que son incapaces de decir a sus familias el momento que están pasando porque significaría ser un perdedor y ocultan su situación; después descienden a la marginalidad.


¿Para usted cuál es la simbología de un balcón?

Es una puerta a la esperanza. Una metáfora de la vida. La gente sale a los balcones en una forma de socializar. Veo a personas con autismo en el balcón y me alegro, es una válvula de escape para ellos, un espacio donde expresarse.


Las campanas están en silencio, lo digo en alusión a su poema favorito de John Donne.  

Se llama “Las campanas doblan por ti”. Cuando alguien está sufriendo, sufres tú; cuando el otro tiene necesidad, tú tienes necesidad. No es sinónimo de muerte sino de solidaridad. ¿Por quién doblan las campanas?, por ti. 




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