La nueva barriada junto al coso

En 1959 trescientas familias poblaron la nueva ciudad que nació junto a la Plaza de Toros

El nombre oficial de la barriada era el de ‘José Antonio Girón de Velasco’.
El nombre oficial de la barriada era el de ‘José Antonio Girón de Velasco’. La Voz
Eduardo del Pino
12:48 • 03 abr. 2019

Entre la Plaza de Toros y la Rambla de Belén, lindando con las calles Calvario y Humilladero, aparecía un terreno baldío, a mitad de camino entre la ciudad y ese mundo rural que empezaba al otro lado del cauce, en las cuestas que subían hacia la Molineta. En aquellos solares, llamados a ser el ensanche natural de Almería, se proyectó un barrio que acabaría transformando la fisonomía de  toda aquella manzana que rodeaba el coso taurino.



En 1953, el Consejo de Ministros acordó la construcción de esta nueva barriada en el distrito quinto, bautizada en el proyecto inicial con el nombre de ‘José Antonio Girón de Velasco’, un destacado político franquista.



Más que un barrio, aquel proyecto pensado para paliar el grave problema de la vivienda en Almería, supuso el nacimiento de una pequeña ciudad a un costado de la Plaza de Toros: 304 viviendas repartidas en bloques de cuatro alturas significaban multiplicar la población del distrito y llevar más de mil vecinos a una manzana despoblada. La altura de las viviendas se limitó a cuatro plantas para poder prescindir de ascensor y portería, lo que significaba un ahorro considerable para los inquilinos. 



Las obras se prolongaron durante varios años hasta que por fin, a comienzos de 1959, se celebró el sorteo para la adjudicación de las 304 viviendas. El sorteo se realizó en presencia del ilustre notario don Juan Algarra Oña, que se encargó de verificar el nombre de los beneficiarios. Las casas estaban terminadas y las nuevas calles urbanizadas en torno a una gran plaza central que fue bautizada con el nombre del músico español Hilarión Eslava, a la espera de que empezaran a llegar las familias. 






El domingo 21 de junio de 1959 se entregaron las casas en un acto presidido por el Obispo don Alfonso Ródenas y por el Gobernador civil don Ramón Castilla.  Fue un acto multitudinario, donde los nuevos inquilinos fueron recogiendo las llaves uno por uno como si les hubiera tocado la lotería. 



Las casas nuevas de la Plaza de Toros cambiaron el rumbo del barrio y llenaron de vida toda la zona norte de la ciudad. Mil nuevos vecinos se asentaron en la zona, ya que en esas 304 viviendas construidas se instaló un porcentaje elevado de familias numerosas. Entre las primeras que poblaron las nuevas viviendas estaba la familia Ortega Rubio; el padre, Francisco, era guarda y tenía cuatro hijos. Allí llegó la familia de José Antonio Gómez, que era maestro nacional y la de Antonio Andújar, mecánico de coches. En ese escalafón de familias numerosas destacaban la del agricultor Bonifacio del Pino, que tenía nueve hijos; la del perito Emilio Batlles y el ebanista Pedro Tamayo, con otros nueve cada uno, y la del maquinista de Renfe José Asensio, que había  batido el record en el barrio con diez hijos. Uno de ellos, el pequeño, Javier  Asensio Herrerías, fue todo un personaje por su afición a las carreras ciclistas.




Las viviendas de la Plaza de Toros cambiaron un barrio que había iniciado su modernización unos años antes, cuando tiraron la tapia que separaba la Avenida de Vilches de la calle de Granada y cuando se puso en marcha el proyecto de construcción de las llamadas ‘casas del Magisterio’.


En el verano de 1950, el Ayuntamiento había aprobado el proyecto de prolongación de la avenida que bajaba desde la puerta de la Plaza de Toros por el sur para darle salida por la calle Granada. En el pleno celebrado en junio se dio luz  verde a las primeras obras del Plan de Ordenación Urbana, que se centraban en la expropiación y derribo de las casas que impedían la apertura de la avenida y en la construcción de 42 viviendas destinadas a maestros.


Los derribos de las viviendas expropiadas comenzaron un año después, en el verano de 1951. En esta prolongación la calle se hizo avenida de verdad y propició la construcción de nuevos edificios y la llegada de nuevas familias y nuevos negocios. 


En aquellos años de continua evolución, con el barrio poblándose de casas y de familias, todavía era posible encontrar algún solar libre para los circos de  segunda que llegaban a la ciudad.


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