Croquis de una vida de barrio al estilo más urbano

Como anfitrión del único centro comercial de la capital, el barrio de San Luis resurgió

La Avenida del Mediterráneo propulsó la modernización de la zona.
La Avenida del Mediterráneo propulsó la modernización de la zona.
Cristina Da Silva
20:37 • 29 oct. 2017

San Luis no es un barrio cualquiera: se trata de “la nueva zona de Almería”; un lugar en expansión que se organiza en torno al foco del centro comercial Mediterráneo.




Pepi Martínez, vecina y maestra del colegio de educación infantil y primaria San Luis, recuerda cómo ha cambiado todo desde sus años escolares en el instituto Alhadra: “Esto estaba muy apartado de la ciudad. Nos daba miedo salir por la noche, no había luz. Atravesar el barrio desde el instituto hasta la zona de la avenida del Mediterráneo era peligroso porque estaba muy oscuro. Había cortijos y casas de planta baja, muy pocos edificios. La avenida del Mediterráneo no existía aún”.




Evolución  
San Luis comenzó a despegar a partir de los 80. Pepi se mudó con su marido a esta parte de Almería allá por el año 87. Lo describe como “la zona nueva de Almería”, que en la última década ha atraído a un buen número de familias jóvenes, al instalar zonas ajardinadas con parques infantiles. Tampoco escasean los complejos deportivos. “La gente puede disfrutar sin necesidad de irse al centro”, añade. Además, no son pocos los que incluso trabajan en el mismo barrio.




“El centro se está viniendo para acá, donde tenemos cines, tiendas, restaurantes… El Alcampo le da mucha vidilla a la gente joven. Sobre todo a los adolescentes de entre 12 y 16 o 17 años, antes de que empiecen a visitar los pubs”.




Movimiento
Lavanderías, cafeterías, restaurantes, el centro de salud de la Bola Azul… De nada prescinden en esta zona “para ir de compras o tomar una cerveza”. “Tenemos unos cuantos bares aquí mismo, como el Andaluz, Jarana o Casa Miguel”.




Desde la avenida del Mediterráneo hasta el colegio San Luis y el instituto Alhadra, abundan tanto apartamentos como dúplex y tríplex de no más de 15 años. Estas viviendas ocupadas por las nuevas generaciones contrastan con las casas de planta baja de los vecinos de edad más avanzada, como los que viven en la avenida de la Loma. 




“Aquí convive gente mayor como mis suegros, que llevan 45 o 50 años en el barrio, con gente joven que lleva sólo 5 o 10 años. Es como una ciudad nueva, que se ha venido arriba en los años 90, en comparación con el barrio de Los Ángeles, que es de los 70. Esos 20 años de diferencia se notan en los edificios más modernos y en las calles más amplias, pensados para ganar en comodidad y calidad de vida. Se nota en la iluminación, el alcantarillado, los parques…”.




Pepi opina que disponen de “buenos medios de transporte para el centro y la universidad”. “Como vecina, estoy contenta de que no nos sintamos aislados como hace 25 años. Ahora el barrio forma parte de la ciudad”.


La nueva iglesia que se construyó junto a la explanada anexa a la Bola Azul –que cada semana acoge el mercadillo– delata igualmente un signo evolutivo: “Antes la iglesia estaba en el bajo de una casa. Es otro síntoma de que el barrio crece y demanda nuevos servicios”, explica.


Años 2000
“La avenida del Mediterráneo se prolongó, sobre todo, a partir del 2000, que fue cuando abrieron el Alcampo. Empezaron a construir edificios y también hoteles, con motivo de los Juegos Mediterráneos de 2005”.


El barrio continúa expandiéndose hacia el noreste. Así, el último solar que quedaba por edificar –en la zona de las Chocillas– se encuentra ya en proceso de construcción. Se prevé, de igual modo, trazar una avenida que una San Luis con el Puche.


En cualquier caso, la dinamización del barrio no es incompatible con las visitas al centro, que se sitúa a no más de 20 minutos a pie. “Almería está creciendo, pero el centro siempre es el centro y por eso seguimos yendo. Las instituciones principales están ahí. También la catedral y los museos. En tu barrio la cultura no la encuentras todavía”, comenta Pepi, al tiempo que señala el encanto del mercado central o del simple hecho de deambular por el Paseo. 


Distintos lugares
Esto depende –matiza la maestra– del tipo de actividad que se pretenda realizar. “Para comprar ropa, el centro comercial ofrece aparcamientos y todo en la misma planta. Hoy en día buscamos la comodidad: poder aparcar, ir de tiendas y tomarnos una cerveza en el mismo sitio. No significa que el centro comercial ofrezca mejores servicios, pero sí que es más cómodo; por el tipo de vida que llevamos, que no nos deja tiempo ni para pasear. Un día de lluvia, por ejemplo, ¿dónde te metes? En el centro comercial, que te ofrece tiendas, cine, cafés… De todo”.


Francisco Hernández (alias Paco) lleva en San Luis un par de años más que Pepi. Desde su farmacia homónima ha podido vislumbrar el progreso de este lugar “céntrico, aunque un poco separadillo”.


Cuando se instaló en el 85, aún no funcionaba el ambulatorio de la Bola Azul que, en su opinión, “le ha dado mucha vida al barrio”. Coincide con Pepi en el “miedo” que les provocaba entonces el pasear por la zona de noche, debido a la oscuridad reinante.


Señales
El Carrefour, y especialmente el número de Mercadonas presentes, también parece determinante para ambos. El mercadillo es otro elemento común en sus respectivas descripciones. 


“Tuvo su época de abandono, pero se empezó a unir al centro en cuanto hicieron el Alcampo. Ahora está mejor comunicado y alumbrado y con mejores aceras. Dio un giro de 180 grados. Ha sido como pasar de la noche al día”.


En sus calles no falta “la buena gente”. Funcionarios, trabajadores de los polígonos de El Ejido, guardias civiles, policías y algunos autónomos (aunque en menor medida) se cuentan entre los vecinos de San Luis. Paco explica que, tras un parón motivado por la crisis económica, el barrio ofrece de nuevo ciertos signos de impulso mercantil.


Comercios
En el área que se extiende desde la Oficina de Extranjería por arriba hasta el seminario por abajo y desde de la avenida del Mediterráneo hacia la calle Mirlo, se multiplica el número de establecimientos. 


“Lo gordo se lo lleva el centro comercial, pero los comercios de aquí también venden. Hay ferretería, relojería, 2 carnicerías, 4 panaderías, 7 u 8 peluquerías, autoescuelas, tiendas de nutrición deportiva, 2 oficinas bancarias… Y una lavandería con mucho meneo”.


Destaca, a su vez, “la tienda de Fredi” (‘Diseños y Bordados Ortiz’), que ha impreso los nombres de estos locales en uniformes de trabajo y camisetas. “En definitiva, es un barrio que se va completando, poco a poco”. 



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