Un ángel de la guarda llamado Alma, un perro de alerta médica

Ha cambiado la vida de Álvaro, que a los 5 años fue diagnosticado de diabetes tipo 1

Imágenes de Álvaro junto a su compañera inseparable, Alma.
Imágenes de Álvaro junto a su compañera inseparable, Alma.
Noelia Lázaro
13:05 • 17 abr. 2017

Cuando a Álvaro con apenas cinco años le detectaron una diabetes Tipo 1 (infanto-juvenil) la vida cambió para Pepa, su madre,  y toda su familia. Comenzó un proceso de aprendizaje que garantizara la correcta atención al, entonces pequeño, en su día a día. 




Desde aquel momento  se les presentaba un doble reto; aprender el significado de términos como la insulina, hipoglucemia o los controles azúcar, por otro, hacer de la vida de Álvaro lo más normalizada posible. “En aquel momento, Álvaro debía pincharse antes del desayuno, en la comida y en la cena. Al principio recuerdo todo muy caótico. Teníamos muchas dudas y tres objetivos: insulina, control de hidratos de carbono y el ejercicio físico”, relata a La Voz de Almería Pepa. 




“Fue un momento difícil, tuvimos incluso que trasladarnos unos días a Torrecárdenas para que nos explicaran todo. Y es justo destacar aquí, el trabajo de los endocrinos y de las enfermeras especialistas en diabetes. Con su trabajo y sensibilidad pusieron luz en todo este proceso”, matiza. “Recuerdo cuando me llamaron en la primera Navidad de Álvaro, ya diagnosticado, para saber cómo había ido todo, fue muy reconfortante” recuerda. 




Y llegó Alma
Fue a través de los medios de comunicación como la familia tuvo conocimiento de la existencia del Centro de asistencia, terapia y educación Canem. Ubicado en Zaragoza, adiestra a perros para situación de alerta médica. Es el caso, de epilepsia, alérgenos, glucogenosis y diabetes. Tras una primera toma de contacto con el centro, y atendiendo a las recomendaciones de los expertos, comenzó el proceso para la llegada de un nuevo miembro a la familia. 




Alma (su nombre no podría ser otro) es una perra de la raza Jack Russel Terrier que tiene muy claro “que su objetivo es servir y cuidar a Álvaro”. El primer paso para estrechar la relación entre el pequeño y la perra fue el envío de muestras al centro que permitieran a Alma reconocer sus síntomas.  “Enviábamos un algodón que previamente habíamos pasado por las manos de Álvaro. Las hormonas liberadas en los episodios de hipo o hiperglucemia son los que facilitan que el animal pueda detectarlos”.  




“Aún recuerdo el día que fuimos a recogerla. La cara de Álvaro nunca la olvidaré” cuenta Pepa. “Mi hijo es la personas más optimista del mundo  y  me dijo que gracias a la diabetes había cumplido con el sueño de tener un perro”. 




La llegada de Alma a casa se produjo hace año y medio cuando el pequeño ya no lo era tanto.  Ya contaba con 11 años y desde entonces el vínculo creado entre ellos es maravilloso. “A día de hoy, Álvaro ya toma otro tipo de insulinas, su tratamiento ha cambiado y  es consciente de su situación por lo que no es necesario que el animal le acompañe a todos lados”. En Andalucía, por cierto, no existe en la actualidad una normativa que regule la presencia de estos perros de alerta sanitaria pero “nunca me he encontrado con ningún rechazo, siempre ha imperado el sentido común” confiesa Pepa. 




Trabajo diario  
La dedicación y entrenamiento con Alma es diario, no acaba. Hay que trabajar con ella en los marcajes, apuntar todas sus reacciones o cuando se equivoca. Mantienen videoconferencias con el centro de referencia, antes semanales ahora quincenales, para seguir mejorando el cuidado sanitario que presta. “Hay que ser muy constantes en el trabajo porque al final somos nosotros los que acabamos malcriando a Alma”. 


Las noches son el gran reto. Para que la perra consiga mantenerse en alerta en este horario debe descansar muy bien por las mañanas.  Duerme junto a él y la alerta se produce media hora antes de que el episodio de glucosa se manifieste. “Alma nunca ladra, solo en estos casos. Se pone delante de Álvaro y nos alerta”. 


Trascurrido este tiempo, la experiencia, dice Pepa , “es más que positiva. No solo por el tema médico de la diabetes, sino por lo que la llegada de la perra ha aportado a la familia. Ahora veo el vínculo entre ellos y me doy cuenta de cuánto nos ha aportado. Es nuestro ángel de la guarda”. 


Con la experiencia adquirida, y ahora que Álvaro es mayor la vida se ve de otra manera aunque no olvidan “que al principio “nos vimos muy desbordados”. Es por eso que el mensaje que esta madre traslada a otras familias en su misma situación es el de no precipitarse. 


“Deben tener en cuenta, sobre todo en los casos de niños muy pequeños, que la llegada del animal es un extra de trabajo más en todo momento. Sobre todo al principio hay que realizar un esfuerzo de seguimiento exhaustivo diario. En el que dar cuenta de todos los marcajes que el perro realiza ..., hasta que se consigua ir asentando en las rutinas de casa”. 


El caso de Álvaro es un buen ejemplo de las aportaciones positivas que determinados animales están suponiendo para el tratamiento de algunas patologías. Cada vez más se opta por la incorporación de ellos en las terapias de  enfermedades como es el cado d el autismo o el alzheimer. 



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