La gastronomía almeriense es un reflejo de su diversidad geográfica y cultural, combinando sabores del interior y de la costa. Entre sus platos más emblemáticos se encuentran las migas, elaboradas con harina de trigo y acompañadas de pescado frito o embutidos; el chérigan, una tapa de pan tostado con alioli y diversos ingredientes; y otros platos destacados como la olla de trigo, el tabernero o los papaviejos, un dulce tradicional. 

En cuanto a la cocina de raíz marinera que caracteriza a buena parte de la costa almeriense, hay un guiso que representa como pocos el sabor del mar y la cocina de aprovechamiento: la jibia en salsa. 

Este plato típico almeriense destaca por su intensidad y su capacidad de concentrar los sabores en una salsa espesa y fragante. 

La jibia se cocina lentamente junto a ingredientes sencillos pero bien combinados, resultando en una receta tradicional que se ha transmitido de generación en generación.

La elaboración comienza poniendo una sartén con aceite y friendo en ella las almendras junto con los ajos. Una vez dorados, se sacan y se reservan. A continuación, en ese mismo aceite se echa la jibia troceada y se añaden la cebolla, el tomate rallado, una hoja de laurel y una pequeña rama de canela, que le da un toque especiado muy característico. La mezcla se sofríe a fuego medio hasta que la jibia comienza a dorarse.

Mientras tanto, se prepara un majado en el mortero con las almendras fritas, los ajos reservados y un poco de perejil fresco. Este majado es clave para espesar la salsa y darle profundidad al guiso. 

Cuando la jibia está casi hecha, se añade el contenido del mortero junto con un chorro generoso de vino blanco, sal al gusto y unas hebras de azafrán. Se remueve todo con suavidad y se deja cocer a fuego lento hasta que la jibia esté tierna y la salsa haya reducido hasta quedar bien ligada.

El resultado es un plato contundente, de los que invitan a mojar pan y saborear con calma. La jibia en salsa no solo es una delicia gastronómica, sino también una representación del alma de la cocina almeriense: humilde, sabrosa y profundamente ligada al mar. 

Es el tipo de receta que sigue viva en los recetarios familiares, en las tabernas de barrio y en las fiestas populares, recordándonos que la buena cocina también necesita de memoria y cariño.