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El Coines: de una humilde barraca a un emblema gastronómico de Almería

Más de 6 décadas de pescado fresco en el corazón de una ciudad milenaria

Las tres generaciones de Coines tras la barra de su negocio y su casa.

Las tres generaciones de Coines tras la barra de su negocio y su casa.La Voz

Marina Ginés
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“El Coines no es solo un nombre, es una marca,” así lo afirma Paco Coines, fundador del bar más emblemático de Adra, cuando le preguntas por el éxito que ha marcado su negocio durante más de seis décadas. Y es que, desde que abrió sus puertas en 1945, este templo del pescado fresco 100% abderitano se convirtió en el lugar de referencia no solo para los vecinos de Adra, sino también para visitantes de todas partes.

“Cuando Adra no era apenas conocida, a mi bar venía gente de todos los rincones: de la capital, de El Ejido, de Roquetas... incluso de Granada y Murcia”, recuerda Paco con una sonrisa de satisfacción, consciente del trabajo bien hecho. “Ahora siguen viniendo igual o incluso más, incluso gente del norte, que nos conocen por su cuenta”, interrumpe Chema, su hijo, quien ha heredado el legado de su padre y lo continúa junto a su mujer, manteniendo viva la tradición.

¿Y cuál es el secreto detrás de este éxito irrepetible? “Siempre hemos apostado por el pescado local, pescado que llega a la mesa con técnicas artesanales como el palangre y el trasmayo”, asegura Paco. “Cada vez es más difícil conseguir pescado de aquí, ya no se pesca como antes, pero yo no puedo ofrecer algo que no me comería yo mismo.” Y en cuanto al sabor inconfundible de platos como la aguja a la plancha o el atún, sin más aditivos que el fuego de la plancha: “Es pescado fresco, de nuestra costa. No quiero pescado de fuera, porque el sabor no es el mismo.” Chema, por su parte, no duda en cerrar el bar si algún fin de semana se queda sin género adecuado, antes que servir algo que no sea de la calidad que siempre han garantizado.

De la humildad a la grandeza

Hoy en día, lo que vemos no tiene nada que ver con aquel local modesto que Paco encontró en 1945. “Entonces, acababa de regresar de la mili, con 22 años, ya casado y con un hijo. Había trabajado con mi cuñado en el bar ‘Virgen del Mar’, aquí al lado, y antes, de más joven, había sido recogevasos en el Hotel Abdera. De mis siete hermanos, fui el único que escogió este oficio.” El bar que le ofrecieron era una pequeña barraca, con suelo de cemento, una barra desangelada y como frigorífico un bloque de cemento dentro de un fregadero de obra. “Las vistas eran un baldío de arena". Desde luego, dicho así no suena al negocio del siglo, ni dan muchas ganas de quedárselo. Pero este joven abderitano, de carácter decidido y rápido, no lo dudó ni un segundo. No solo aceptó el traspaso, sino que lo transformó en lo que es hoy: un lugar de peregrinaje para los amantes de la buena gastronomía.

La fuerza de Loli

Sin embargo, no se puede hablar de Coines sin mencionar a Loli, el corazón de este negocio. “Ella estaba siempre en la cocina, friendo pescado, cocinando caracolas y preparando las tapas más codiciadas,” dice Paco con nostalgia. “Loli fue mi felicidad, el motivo por el que todo esto funcionaba". Juntos, formaron un tándem perfecto: ella, tras los fogones, y él, tras la barra, creando la magia que convirtió aquella modesta barraca de cemento en una institución gastronómica de la zona. Loli no solo era la encargada de las recetas más queridas de Coines, como la caracola, la aguja a la plancha o la tortilla de chanquetes, sino que también cuidaba del lugar, repasando el suelo de cemento y pintando las paredes con cal, cuando ya todos se habían ido a casa.

El relevo generacional

Hoy, el legado de Coines sigue vivo, pero con nuevos protagonistas: Mari Carmen Gómez y Chema Coines. “Mi mujer está conmigo al pie del cañón, ha cogido el relevo de mi madre, y yo el de mi padre”, dice Chema con orgullo. Coines sigue siendo un referente de la buena gastronomía en la zona, con el mismo espíritu de trabajo y dedicación que sus fundadores.

Un bar con historia y futuro

“Este bar siempre ha funcionado como un tiro desde el primer día,” afirma Chema, ahora al mando. “No teníamos nada cuando empezamos, pero lo teníamos todo: ganas de trabajar, amabilidad y, sobre todo, el pescado fresco.” Y a pesar de los sacrificios que implicó la hostelería, Paco nunca se queja de su experiencia.  “Recuerdo que al principio llegué a pasar 30 días y 30 noches sin salir del bar. Dormía en una silla, pero hasta disfrutaba esa incomodidad.”

El Coines de hoy

Hoy, Coines sigue siendo un templo gastronómico reconocido, no solo por su sabor inconfundible, sino también por su importancia dentro de la comunidad. No son pocos los galardones que adornan las paredes de este querido bar abderitano, pero uno de los más especiales es, sin duda, la Torre de Adra, el reconocimiento más reciente que Paco recibió con emoción. “Cuando me dieron la Torre de Adra, no cabía en mi pellejo, es un orgullo muy grande", dice con humildad y orgullo, al recordar aquel momento en el que el pueblo entero reconoció su labor. “Es un honor que no solo se reconoce el trabajo, sino el cariño que la gente tiene hacia nosotros.”

Un bar lleno de historia, pero con el futuro asegurado. “Aquí seguimos, con más ganas que nunca. Mínimo 60 años más”, aseguran padre e hijo, mirando con orgullo a la tercera generación de hosteleros: el hijo de Chema, quien ya ha comenzado a dar sus primeros pasos como camarero en este emblemático bar. ¿Quién le iba a decir a Paco que aquella pequeña barraca de cemento se convertiría en el bar más reconocido de Adra y, eventualmente, en el legado de su nieto?

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