Cuando el sol empezó a ocultarse tras la Sierra de Gádor aún quedaban muchos almerienses paseando por las calles de la ciudad, esperando el retorno de la electricidad para cargar sus móviles y seguir viendo sus series favoritas o hacer turismo por Instagram. Pero la vuelta a la normalidad se alargó más de lo esperado. La ciudad quedó sumida durante cerca de cinco horas en una oscuridad absoluta, a merced de las fugaces luces de los vehículos que iban pasando por las avenidas y de la calidez del brillo de las velas que se veían en decenas de ventanas. 

Pero esas horas extrañas, en las que el inesperado apagón de este lunes se hizo más visible, también fueron las más hermosas. Lo fueron para las personas que bajaron al Paseo Marítimo a contemplar un cielo lleno de estrellas. Muchos iniciaron su camino de regreso a casa al ritmo de los aplausos y celebraciones que rompieron el silencio de una ciudad medio dormida cuando se hizo la luz en lugares como El Zapillo.