Los que entienden son los entrenadores, pero cuando vimos los almerienses la alineación de Francisco en Eibar, nos temimos lo peor. En un campo que era un barrizal puso a los ingenieros del balón y se dedicó a jugar al fútbol mientras su rival se limitó a resolver a balón parado esperando los errores del contrario.

El bombardeo desde el banderín de corner era constante y el Eibar en tres pases llegaba al área del Almería mientras los rojiblancos tenían la posesión y el control del partido como ahora se dice. Menuda mentira. Esto no es baloncesto.

Que el Eibar no jugó a nada ese partido vale, pero miren la clasificación. Que Francisco debió meter más músculo en el campo y no lo hizo: le costó el puesto. Y ahora para la vuelta igual nos ponemos a jugar a la pelota y nos dan otra bofetada con la mano abierta, mientras nosotros hablamos de fútbol y posesión.

El fútbol es universal y por mucho que inventen los entrenadores te das perfectamente cuenta, al ver un campo embarrado y en tarde de lluvia, que hay que jugar a los práctico. Fueron malos tiempos para la lírica de Francisco en un campo impracticable donde el Eibar volaba y el Almería naufragó.

No le quiero meter el miedo en el cuerpo a nadie, se trata de recordar para corregir. Es solo una mirada al pasado y sabiendo que el hombre suele tropezar dos veces en la misma piedra. Mucho cuidado que estamos ante una final y como dicen los jugadores, “las finales se ganan o se pierden” y al Eibar le vale el empate. No lo olviden.

En Ipurúa teníamos ingenieros y arquitectos para repartir, pero ni un solo albañil dispuesto a pelear la pelota al rival.

¡Qué noche la de aquel día para Francisco!



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