El Almería llegaba al Martínez Valero después de lamentable puesta en escena frente al Deportivo. Parecía imposible bajar aún más el listón, pero el encuentro ante el Elche demostró que los mismos errores de la anterior confrontación podían verse aumentados hasta el punto de que la imagen ofrecida por los almerienses fue realmente lamentable.

Entrega Y no porque los profesionales no se dejaran la piel en el campo, ni por falta de interés, ni siquiera por que carecieran algo que está tan en boga como la intensidad. Fue sencillamente porque el equipo fue un auténtico caos y deambuló como alma en pena sobre el césped ante un rival que le pasó por encima. Si el equipo de Juan Ignacio Martínez no salió ampliamente goleado de su duelo del sábado ante el Elche fue por el buen trabajo de la defensa, sobre todo de los centrales, por las buenas intervenciones de Julián y por el desacierto de unos delanteros, los del Elche, que no son, ni mucho menos, de primer nivel.
El Almería ha vuelto a dar la misma mala imagen del comienzo del curso. Sin centro del campo es muy difícil hacerse con el control del partido y el Almería en esta parcela es un desastre.
Es el único equipo de Primera que juega sin un pivote defensivo específico, porque Verza no lo es. La presencia de cuatro jugadores de ataque dentro y fuera es una invitación a los contrarios para romper la primera línea de presión y presentarse ante la desasistida zaga en superioridad y con el balón controlado. En definitiva un equipo desconectado y desprotegido. Ampararse en las ausencias, en la sanción FIFA o en las ocasiones creadas y no convertidas, tres en todo el partido, no sería de recibo. El Elche ganó porque fue mucho mejor, controló casi siempre el juego, tuvo continuidad en sus acciones y fabricó múltiples oportunidades.