Pep Guardiola es un obseso del trabajo. Su célebre frase "Si ens aixequem ben dhora, serem imparables" ("Si nos levantamos muy pronto, seremos imparables") pronunciada en el Parlament de Catalunya pasó a la historia y era público que durante sus cuatro años al frente del FC Barcelona pasaba el día en la Ciutat Esportiva, desde primera hora. Llegaba a Sant Joan Despí hacia las 8.20 de la mañana, tras acompañar a sus tres hijos, Maria, Màrius y Valentina, a sus respectivos colegios. Y, tras dirigir el entrenamiento,  se encerraba en su despacho hasta última hora. La historia puede repetirse con su amigo Luis Enrique. Sobre todo en lo que se refiere al horario matinal. Porque el asturiano madruga aún más que Pep. En estas dos primeras semanas de pretemporada, en las que los entrenamientos matinales han empezado a las 9.30 h., Lucho ha llegado cada día más de dos horas antes. Y, curiosamente, no es el único.

Porque Luis Enrique junta a todo su staff a las 7.30 aproximadamente (no hay hora concreta) para organizar el entrenamiento. Todo su equipo de trabajo, los Juan Carlos Unzué, Robert Moreno, Joan Barbarà, José Ramón de la Fuente, Rafael Pol y cia., aterrizan en Sant Joan Despí entre las 7.10 h. y las 7.30 h. Luis Enrique, para predicar con el ejemplo, llega casi siempre el primero al trabajo.

El nuevo Pep

Y, como en la época de Pep, el día no acaba con el entrenamiento. Luis Enrique no para de ver fútbol y sus reuniones con sus colaboradores, en el mismo despacho que ocuparon en su día Guardiola, Vilanova y Martino, se suceden. Por horas no será. El asturiano no es nuevo en la casa azulgrana y sabe bien el terreno que pisa y las exigencias que aguardan.
El modelo de Guardiola sigue latente en el Barça pero a la hora de tomar horarios ha quedado claro que Luis Enrique es el primero en llegar para iniciar la faena. Antes aún que un Guardiola que vivía dedicado a su profesión.