La Voz de Almeria

Tal como éramos

Los primeros equipos de la posguerra

En 1941 el Recreativo de Almería recibió en Ciudad Jardín al Atlético Aviación para celebrar la fiesta de la Victoria

El Recreativo de Almería vistió de blanco para jugar ante el Atlético Aviación en el primitivo campo de Ciudad Jardín en abril de 1940.

El Recreativo de Almería vistió de blanco para jugar ante el Atlético Aviación en el primitivo campo de Ciudad Jardín en abril de 1940.La Voz

Eduardo de Vicente
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En la larga lista de equipos que a lo largo del último siglo han llevado el nombre de Almería hay uno, el Recreativo de Almería, que pasó a la historia por las penurias que tuvo que superar para competir durante dos temporadas.  Nació unos meses después de terminar la guerra civil y sufrió en sus carnes la realidad de una ciudad derrotada donde faltaban piernas para jugar al fútbol. No es que no hubiera afición, lo que no había es tiempo libre y medios para dedicarlos al deporte, ya que los jóvenes ya tenían bastante con buscarse la vida para sobrevivir a diario.

Así echó andar el Recreativo, con siete jugadores que pronto fueron algunos más gracias a la insistencia de sus fundadores, que iban por los bares colgando carteles donde se solicitaban jóvenes dispuestos a jugar al fútbol a cambio de una camiseta, un pantalón corto y unas botas. Cuando empezaron a llegarle los refuerzos tuvieron que afrontar otro obstáculo que afectaba a todos los equipos de la capital, la falta de campos donde poder disputar los partidos.

Hasta entonces el campo oficial había sido el de Ciudad Jardín, construido en los años de la República en los terrenos de la nueva barriada que se estaba empezando a levantar. Pero los años de la guerra dejaron asolado este recinto deportivo, con las tapias medio derruidas y el terreno de juego convertido en un solar de tierras y piedras donde emprender una carrera era una aventura de riesgo. Ante este panorama, el Recreativo de Almería puso en marca una suscripción popular para que los aficionados aportaran lo poco que pudieran dar y así cometer las obras de reforma del campo de Ciudad Jardín.

Cuando por fin tuvieron el recinto preparado, se abordó el tema de la confección de la plantilla. Como en aquel tiempo no existían los directores deportivos ni los intermediarios futbolísticos, la directiva del Recreativo tuvo la idea de consultar a la afición de Almería qué equipo hacían. El club optó por pedirle opinión a sus hinchas, que tenían que mandar una nota con los futbolistas deseados al Café Viena, que se convirtió en la sede improvisada del Recreativo. La medida fue un éxito rotundo, ya que se llegaron a recibir más de dos mil sugerencias de aficionados, cada una con una alineación diferente.

Aquel club, modesto donde los hubiera, hizo historia al enfrentarse al histórico Atlético de Aviación en dos partidos amistosos con motivo de las fiestas que entonces se organizaban en abril para recordar el día de la Victoria de las tropas nacionales. Aquellas dos tardes los jugadores del equipo representativo de la ciudad vistieron de blanco, lo que no ha vuelto a suceder nunca más en la historia de nuestro balompié.

El Recreativo de Almería tuvo una vida corta, como casi todos los equipos de la posguerra que compitieron en un fútbol épico donde lo único que sobraba eran las ganas de salir adelante. Épica era la estampa de aquellos jugadores que se colocaban un pañuelo en la cabeza como si fueran supervivientes de una guerra; épica era la supervivencia en aquellos campos de tierra y mala hierba donde los aficionados estaban tan pegados a la cal que si estiraban la pierna podían derribar de una zancadilla al extremo.

Los clubes que salieron a escena en aquellos años también tuvieron que sufrir su épica particular para sobrevivir con la nada. Sólo contaban con los recursos que ellos mismos iban generando con la venta de entradas, que eran mínimos, y tenían que recurrir a la venta de papeletas y a los sorteos de la tómbola para seguir compitiendo.

Otro ejemplo de la dureza del fútbol lo tenemos en la U.D. Almería, que en los años cuarenta llegó a ser el club representativo de la ciudad, militando en Tercera División. Para poder competir en la Liga en la temporada 1947-1948, el club tuvo que organizar un sorteo en la Feria por mediación de la tómbola de la Plaza Circular. La papeleta costaba dos pesetas y el premio mayor era una “magnífica pareja de mulas” y el segundo premio “un dormitorio de matrimonio”, que en aquel tiempo era un lujo para la gente humilde.

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