Las neveras de ferretería La Llave
La Llave llegó a formar parte de la vida de los almerienses durante un siglo

Puerta de La Llave en 1944, en la calle de Granada. Se puede observar una de las neveras que empezaron a ponerse de moda en aquel tiempo.
La publicidad de La Llave estaba presente por todos los rincones de la ciudad. Los que iban a San Miguel se encontraban con el letrero de la ferretería presidiendo una de las paredes principales del balneario de los Naveros; los aficionados que los domingos iban a ver al Almería al estadio de la Falange se habituaron a la llave gigantesca de metal que coronaba la grada de general y que durante años llegó a ser uno de los emblemas distintivos de aquel recinto deportivo. En aquellos años de la posguerra los anuncios de La Llave patrocinaban la clasificación del grupo de Tercera División donde jugaba el Almería que aparecía todos los martes en las páginas del Yugo, así como los premios que le habían correspondido a los acertantes de la quiniela.
La Llave era entonces uno de los negocios más conocidos de la ciudad en todos los rincones de la provincia. Venían muchos clientes de los pueblos para llevarse los artilugios de los arados, las sulfatadoras para las parras, el sebo que se utilizaba para engrasar los carros y las telas metálicas que tanto se utilizaban antiguamente tanto en el campo como en la capital, en una época donde las familias se fabricaban en los ‘terraos’ conejeras y gallineros.
Fue en aquel tiempo de la posguerra cuando el establecimiento de la calle de Granada (entonces General Saliquet) apostó por las neveras modernas que se vendían como un artículo de lujo, al que sólo podían aspirar las familias de la clase media alta y de la alta sociedad. Los que pasaban por delante de la puerta del establecimiento lo primero que veían era una de aquellas neveras blancas, que como un centinela se asomaba a la entrada del negocio.
La historia de ‘La Llave’ está ligada a la vida de la familia Lucas, que la crearon y la dirigieron hasta que cerró en 1984. Aunque todos la conocimos como bazar y ferretería, nació de una fragua que en 1880 abrió José María Lucas Romero en la calle de las Posadas, hoy calle Marcos. Con el dinero que se trajo de Berja, su pueblo natal, llegó a la ciudad en compañía de su esposa, Carmen Salmerón y sus cuatro hijos, dispuesto a hacer negocio.
La fragua vivió décadas de apogeo, llegando a tener más de cincuenta obreros dedicados a la forja. De ella se abastecía la mayoría de los herradores que había en la provincia, ya que ofrecía un excelente servicio y a los mejores precios. Para hacerla más rentable, el propio dueño se desplazaba una o dos veces al año a Bilbao para comprar el hierro en la misma fábrica. Era un viaje largo, pero merecía la pena. Tardaba varios días en llegar a su destino porque el vapor Machichaco ,que en aquella época cubría la ruta entre Almería y Bilbao, iba haciendo escala en Málaga, Cádiz, Vigo, La Coruña y Santander.
José María Lucas estuvo al frente de la empresa hasta que falleció en 1914, el mismo año en el que le habían concedido al Premio Nacional de Industria y Comercio. Para entonces, la familia había dejado el negocio de la fragua y dirigía un gran bazar especializado en material de ferretería, en la calle Granada. Fue uno de los grandes comercios de la ciudad hasta que con el comienzo de la Guerra Civil tuvo que cerrar sus puertas. La tienda fue requisada por el llamado Comité Central Antifascista y el almacén desvalijado.
En septiembre de 1939. ‘La Llave’ volvió a abrir sus puertas gracias a la iniciativa de Francisco Lucas Salmerón, que abandonó su profesión de abogado para volver a poner en escena el negocio que había fundado su padre. Partió de cero y tuvo que vender el chalet que tenía en la Plaza de Santa Rita para que la empresa pudiera echar a andar. A pesar de haber dedicado su juventud a la carrera de derecho, tenía experiencia como comerciante ya que era niño había estado pegado al mostrador ayudando a su familia. Francisco dirigió ‘La Llave’ hasta su fallecimiento, el 16 de septiembre de 1955. Tras su muerte el negocio pasó a manos de su hijo Francisco Lucas Martínez, que junto a su mujer, María del Carmen Marín, le dieron un gran empuje. Don Paco, como lo conocían sus trabajadores y sus clientes, llevó a ‘La Llave’ a sus cotas más altas de rentabilidad y popularidad. A finales de los años sesenta la empresa llegó a tener en su nómina a más de setenta trabajadores.
Abrió varias sucursales en la ciudad y dedicó parte de los beneficios que le daban las tiendas a fomentar el deporte. En 1969 fundó el Club Deportivo La Llave de Boxeo, dirigido por el preparador Fernando Serra. Allí se formaron como boxeadores los jóvenes talentos del deporte de las ocho cuerdas. Puso también en competición equipos de fútbol base y de atletismo, que llevaron el nombre de Almería y de la empresa por toda España.