Invitación al optimismo
Invitación al optimismo
Frente a un presumible año de agobios monetarios, recortes de presupuesto e incómodos apretones de cinturón hasta el último agujero, lo mejor es no perder la alegría de vivir. La solución me la han inspirado los Reyes Magos. Supongamos que somos niños y que seguimos creyendo en Oriente. De noche, mientras soñamos en la cama porque nuestras madres nos han llevado pronto al dormitorio a esperar acontecimientos, oímos cómo se acerca la cabalgata. Pajes, criados y otros servidores de lo Reyes reparten juguetes, caramelos. Las calles radiantes, las familias alegres. Cualquiera que introdujera la sospecha de que los Reyes son representados por los padres y que no llegan nunca ni aunque el alcalde constate que desembarcaron en el puerto de levante, sería un malvado, un asesino de la inocencia. Dígase lo mismo contra tantos catastrofistas que primero dijeron que ellos lo arreglaban y ahora ni quieren informar ni tampoco renuncian a sacar partido de una herencia envenenada. ¿Sabéis lo que pienso? Que la crisis no existe. No perderé más el tiempo siguiendo vuestros endiablados análisis. Estáis incapacitados para ver la realidad como la ven los niños. ¿Cuándo los hombres serán más felices con un muñeco de trapo en vez de una cuenta bancaria? ¿ Cuándo irán por la vida con la imaginación y la poesía de que hacen gala los pequeños transforman una silla en un fuerte de de los indios, un papel de envolver en una cometa de colores? Dicen los que saben que para salir del desempleo lo mejor es utilizar la imaginación. De acuerdo, pero antes debemos abandonar el alma de contable.