La Voz de Almeria

Almería

50 años con la misma guerra

La Almería de 1965 dista de la hoy. El alcalde de entonces,  Guillermo Verdejo, pedía a los ciudadanos “amor” por sus playas, pero algu

Cabo de Gata.  En pleno Parque Natural hay quienes no se cortan un pelo

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Apenas llevaba Guillermo Verdejo Vivas unas pocas semanas al frente del Ayuntamiento de Almería. Corría el mes de agosto de 1965 y en la ciudad los problemas eran tantos, que pudiera pensarse que la capital no hubiera entrado aún en el siglo XX: cortes de agua para abastecimiento, problemas de alcantarillado, escasas y fallidas líneas telefónicas... La Almería de entonces y la de ahora son geográficamente las mismas, pero el salto en el tiempo ha sido rápido, especialmente en los últimos 25 años.


Hace medio siglo que se empezaban a considerar las posibilidades de crecimiento de futuro, se pensaba en el posible censo de la población de años venideros, para los próximos “cinco lustros” y se apuntaba ya a que había que trabajar para convertir la ciudad en una Almería del “siglo XXI”.


En aquella época, de las obras de alcantarillado se encargaba directamente el Ministerio de Obras Públicas. El alcalde, que además era profesional de la sanidad, estaba especialmente preocupado, porque había problemas con el emisario -la estación depuradora- y lo que corría riesgo era “uno de los bienes más preciados  de la ciudad: “las playas de la bahía de Almería”. Y es que el turismo era una de las grandes preocupaciones del momento. Verdejo hablaba del “adecentamiento” de las playas y de que se había puesto el “primer granito de arena, muy chiquito, casi invisible”. “Con el conocimiento que otorga el haber disfrutado de las playas de ambos continentes, digo a los almerienses: ¡Cuída tu playa! ¡Mímala! Est tuya, no es del ayuntamiento”.


Qué poco hemos cambiado... Del hábito de no dejar sobre la arena la basura depués de pasar el día y de no depositar los desperdicios en el lugar que corresponde, todavía, 50 años después hay mucho que hablar. Aquel alcalde de 1965 tenía claro que no se podía dejar a los demás toda la tarea, que hay una parte importante que es de cada uno: “defiéndela con el derecho de un bien irrenunciable, a través de un correcto uso de la misma. No la mancilles y no olvides que la mejor limpieza es que no se contamine”. Tal elocuencia del alcalde de Almería tampoco vendría mal en los tiempos que corren.


Decía Verdejo, a modo de arenga, que los almerienses tenían que suplir “con celo” y con “amor” a su tierra, los indudables fallos que los servicios municipales tenían en su trabajo por “una playa mejor”.


Pero ¿y si preguntáramos al actual alcalde de Almería por lo mismo? Seguramente  estaría totalmente de acuerdo con lo dicho por su predecesor medio siglo atrás en el cargo. ¿Cómo lo plantearía? Rodríguez-Comendador no es hombre de arengas, pero como todos los almerienses de pro, los de antes y los de ahora, es consciente de que eso de “Almería limpia, Almería bonita” es algo más que un eslogan. Es un deseo más que una realidad, porque la ciudadanía tiene aún mucho que aprender. ¡Mima tu playa!


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