De cómo el experimento de los barrenderos sociales funciona; al menos, en Villablanca
En muchos lugares de Villablanca se nota el cambio, el refuerzo no ha sido infructuoso

Imagen de archivo del servicio de limpieza.
A falta de unos días para que comience a funcionar la nueva empresa adjudicataria de la limpieza de la ciudad, Urbaser, cuando ya nadie podía esperar nada (casi) nuevo del servicio de Acciona (gestiona desde hace 11 años la recogida en una suerte de carrera involucionista), una sucesión de pequeños instantes, de presencias inesperadas, ha ido goteando en el imaginario colectivo de un barrio. Y es que en las últimas tardes otoñales nos hemos acostumbrado a ver a un grupo de tres o cuatro profesionales de la limpieza, escoba en mano y furgonetilla arrancada, merodear por los rincones olvidados –descampados, solares, alcorques, aceras- en cuyos aposentos la basura y las defecaciones campaban a sus anchas.
Los hacedores de este (casi) milagro navideño son los barrenderos sociales, un reducido camarote de 15 mujeres y hombres en situación de vulnerabiliad social que, provenientes de barrios como Piedras Redondas-Araceli, Los Almendros, El Puche, La Fuentecica-Quemadero y La Chanca, han contagiado de animosidad y de esperanza de cambio a no pocos vecinos del norte de la ciudad.
Por donde las pistas deportivas del barrio trabajaban hace una semana una chica y un chico ataviados de verde. Estaba oscuro. Cortaban hierbas que ya parecían árboles. Con una bolsa negra iban recogiendo bolsas, botellas, papeles –hay una zona del perímetro que sigue con basura-. De pronto, las aceras parecían pulcras. Esas vías intransitables que estaban llenas de hojas y de frutos de los árboles en uno de los pocos barrios con jardines y áreas verdes de la ciudad eran ahora lugares limpios, dignos, vivibles, ante la estupefacción de los vecinos de siempre. A la chica:
-Os tengo que dar la enhorabuena –una mujer que iba a tirar la basura miraba la escena con aprobación-.
-No, si es mi trabajo –sonríe.
-Por aquí no venía nadie a limpiar por la tarde.
-Estamos llevándonos hierbas y basura. Se agradece.
-Pues yo voto por que os quedéis.
-Ojalá, pero estamos contratados un tiempo. Solo un tiempo.
La vecina regresa y se detiene:
-Qué pena. Si una ciudad como Madrid tiene barrenderos de tarde en todos los barrios, cómo es posible que aquí no. Vuestra presencia demuestra que se puede.
En muchos lugares de Villablanca se nota el cambio. El refuerzo no ha sido infructuoso.Los pequeños espacios donde se acumulaban fósiles de todo tipo han sido adecentados. La sensación de impunidad ha desaparecido.
Un perro pasea a Antonio, que es su dueño, por el barrio:
-El hecho de que haya presencia, de que se vea a gente hacer cosas, ya es un notición. Yo paseo a mi perro todos los días por estas calles y, aunque no están bien del todo y hay zonas aún sucias, que también hay mucho guarro, la cosa ha mejorado. Es evidente. Además, ahora se ve movimiento por las tardes y eso no pasaba desde hace años. Se agradece mucho, pero a ver cuánto dura.
Descampado entre las calles Felipe II y Costa de Almería. Hay dentro un coche de Acciona y tres personas depositando basura en unas bolsas enormes. Están segando arbustos e hierbajos. Aquel solar, aunque vallado, es un cómodo sitio para que defequen las mascotas sin que la obligación de recoger el premio sea una espada de Damocles para el ínclito dueño de turno. Sin embargo, arreglar la desidia en unos días es una quimera. Otro solar situado a la espalda de las pistas sigue siendo el cagadero habitual de las mascotas de gentes del barrio –cabe la duda de si defecan las mascotas o los dueños- y de criaturas que excursionan para ahorrarse el disgusto de oler la mierda de su perro en la esquina de su casa.
María sale de una farmacia en la calle Costa Balear.
-La verdad es que la limpieza ha mejorado, aunque no lo digamos muy alto. No es que la cosa sea perfecta, pero se nota. Lo que no entiendo es por qué en otras ciudades hay limpieza de tarde y es algo muy normal y aquí pasan los meses y no viene nadie. No debería ser un refuerzo puntual, tendría que ser un servicio fijo.
María señala hacia la Avenida Médico Francisco Pérez Company –a dos metros de un dúplex hay, desde hace al menos un año, una loseta de electricidad levantada con los cables colgando: está en la acera-, que conduce desde el Centro Comercial Torrecárdenas (CCT). Desde la rotonda de la Avenida del mismo nombre hasta el límite de Huércal los bordes del descampado son un estercolero. La situación de la urbanización ajardinada que hay justo en frente del CCT es una señal de desidia prolongada en el tiempo. Pese a que el mantenimiento de la jardinería se realiza a diario, los viales y los descampados son lugares descontrolados: faltan tapas de alcantarilla, algunos agujeros están al descubierto y se han llevado hasta trozos de acera.
-El camino y los alrededores, que es por donde caminan a diario centenares de personas, sobre todo adolescentes, es un cúmulo de basura. Es que no se recoge. Que hay mucha gente que tira lo que tiene a mano al suelo, pues claro que sí, pero habrá que recogerlo. Y hacerlo por sistema.
En unas semanas ateriza Urbaser. Antonio conversa con María, que viene del médico.
-Pues es verdad que ha mejorado la cosa, pero aquí se necesita limpieza todas las tardes. Más gente dispuesta a trabajar.
-Vecino, hay más cosas. Que mira tú los descampados. Han limpiado ahí abajo, y me alegro, pero hace falta constancia. Es que eso es un foco de infecciones. Con que se limpiaran cada 15 días los solares...
-Con que siguieran estos muchachos... Muchos propietarios de mascotas los utilizan como sitios de defecación y los que tenemos cuidado no nos atrevemos a denunciar.
-No, si lo de los contenedores también es de nota. Entre eso... y el viento.
-Que se lo pregunten a la vecina mayor del segundo, que se queda pegada a la acera. Si hay un montón de bares al lado, habrá que baldear.
-No digas esas cosas. Aquí no se baldea. Eso es en la Rambla.
-Y en La Vega, que mi hija vive cerca de la Térmica, y allí si hay máquinas echando agua.
-Que digo yo que no hace falta rociar agua a diario.
-Con que vinieran un par de veces a la semana...
-Bueno, pues a ver cuánto dura la mejoría.
Con la entrada de Urbaser, los ciudadanos confían en que el experimento de los barrenderos sociales no sea un cuento de Navidad. A pesar del incivismo crónico que caracteriza a una mollar parte de la población y la ineficacia contumaz con que ha actuado Acciona, la cuadrilla de Villablanca es un ejemplo de que se puede.