Monsi: el bombero que cantaba goles
Pudo ser una estrella del balón pero apostó por un trabajo fijo

Monsi no se olvida de su pasado y vuelve a visitar a sus compañeros.
“Lo mejor de esta profesión es cuando salvas la vida a un niño o rescatas a una persona con vida”, dice Ramón Cazorla Gómez, al que nadie conoce así en Almería porque para todos es Monsi. Para el fútbol y para los bomberos de esta tierra, “la muerte siempre deja huella en la profesión, esto no se supera nunca”.
El mundo es un pañuelo, toda la vida en el barrio y acabamos la carrera el mismo día y el mismo año: “Yo estudiaba diurno y tú por las noches con don Arturo en tecnología”. Cantó los goles más bonitos con los equipos de Almería y se fue a Andorra con 18 años pero los estudios le frenaron.

Monsi en su etapa de bombero en la central de llamadas.
Hijo de Francisco Cazorla y Ramona Gómez es el segundo de tres hermanos, Francisco, y la menor María Inmaculada, “que nos dejó para siempre”. Casado con María, sus hijos Ramón María y Andrea lo ven jubilado y feliz. Siempre lo fue.
Solo falta que su hijo quiera ser bombero.
Lo apoyaría con todas mis fuerzas porque no me ha ido tan mal y pese a que vives en estado de alerta permanente la profesión tiene momentos muy bonitos.
¿A quién se le ocurre meterse a bombero?
Llevaba tiempo trabajando en los muebles y en la electrónica porque somos Maestros Industriales. Un día me comentaron que había pruebas y me lancé.
¿Usted lo tenía ‘chupao’?

Siempre pendiente del mejor equipamiento para su equipo.
Lo saqué al tirón cuando tenía 23 años y jugando al fútbol desde niño en lo físico no iba a tener problema.
¿Cuántos años haciendo guardias en Almería?
Unos 37 años aprendiendo la profesión cada día y haciendo de comer, que también se aprende en el Parque en los ratos libres.
¿Huevos fritos?
Un poco cocinillas, con los años, porque las largas horas de una guardia dan para mucho y se aprende de todo. Han sido muchos años y tengo mil anécdotas de esta profesión que está para salvar muchas vidas.
Sonaba el timbre y...

Monsi en su visita al Parque con las nuevas generaciones de bomberos.
Volando a por el equipo y la cabeza en marcha para lo que viniera. Hay que aprender a vivir con la tensión.
¿Ganaba mucho dinero?
Cuando llegué al Parque los más veteranos decían que costaba llegar a final de mes, pero fuimos creciendo y no tengo queja de lo que ganaba. Me he sabido administrar bien en lo económico.
¿Estamos seguros?
Todo es mejorable pero en esos años de profesión creo que podemos estar tranquilos. Al estar fuera no sé si necesitan algo los compañeros. El equipamiento es fundamental para los bomberos que se juegan la vida y están para salvar otras.
Su día más feliz fue...
Cuando saqué las oposiciones a bombero. Lo puedes poner con mayúsculas. De bombero digo, mi familia, mis hijos. Eso es ser feliz.
¿Su mejor guardia?

Pasando revista a los vehículos listos para salir.
Esas en las que salvas o ayudas a salvar una vida, la cara de felicidad de un niño o de una persona que se ha visto en peligro. Eso va directo al corazón. Los bomberos no solo apagamos el fuego.
¿Su día más triste?
Muchos, cuando hay fallecidos no existe el consuelo y es lo peor de la profesión. Ese escenario siempre ha sido lo peor para mí.
¿Dejó el fútbol?
Cuando saqué las oposiciones jugaba en Tercera con el Macael y ganaba mi dinerillo, pero era compatible y me venía bien para estar en forma y dar la talla.
Juan Gómez ‘Juanito’ vino de Málaga a por Monsi.
Ya me quiso fichar el Barcelona cuando estaba en el Plus Ultra y es cierto que el Málaga me seguía, pero acababa de entrar de bombero y no quise levantar la casa.
¿Sabe dónde está el Pub Boston?
Es el negocio de mi mujer en la Quinta Avenida, tiene un karaoke y ella canta fenomenal. Siempre lo recomiendo por el buen ambiente.
¿Música disco?
Lo mío son canciones de los 70 y 80 pero soy más de baladas y la Fiebre del Sábado Noche me pone, como a toda nuestra generación.
¿Qué queda del Monsi?
Mi barrio de Los Ángeles, tanta gente que se me ha ido, mis equipos, mis goles...
¿Próxima estación?
La familia, los hijos, los amigos y esa gente que siempre me ha apoyado en la vida. Me veo muy fuerte para seguir luchando porque a luchar nos enseñaron a los niños de La Molineta.