La mosca del olivo, una de las principales amenazas para la calidad y viabilidad del aceite de oliva, podría tener los días contados gracias a un nuevo sistema de monitoreo más preciso y eficiente. 

Investigadores del Grupo de Entomología Agrícola de la Universidad de Córdoba han demostrado que el uso de trampas adhesivas amarillas de menor tamaño (10 × 25 cm), distribuidas de forma más densa, permite un seguimiento poblacional más ajustado de esta plaga.

Este avance, basado en dos años de ensayos en olivares de Córdoba y Cádiz, permitirá actualizar la guía de Manejo Integrado de Plagas (MIP) con base científica. Frente al sistema actualmente vigente —obsoleto y sin validación científica, según los expertos—, el nuevo modelo establece una recomendación de 15 trampas por hectárea para una monitorización óptima, siendo 4 trampas por hectárea el mínimo eficaz.

Además del tipo y tamaño de trampa, el estudio también determina que el color amarillo es el más atractivo para la mosca del olivo, y que las trampas más pequeñas son más selectivas, ya que reducen la captura de insectos auxiliares sin perder eficacia frente a la plaga.

Otra de las principales novedades del trabajo es la relación directa entre la variedad del olivo y el nivel de daño provocado por la misma densidad de mosca. 

Este nuevo enfoque abre la puerta a una mejor toma de decisiones en campo, reduciendo tratamientos innecesarios y optimizando el uso de productos fitosanitarios. Además, el estudio sienta las bases para el desarrollo de trampas electrónicas que permitirán el envío de datos en tiempo real a agricultores y técnicos, una línea en la que ya trabaja el equipo investigador.