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Fran Márquez: la voz que está encendiendo la escena desde Almería

El joven pulpileño dejó la seguridad de una vida estable para perseguir su sueño, creando canciones que inspiren y dejen huella

Fran Márquez, artista almeriense

Fran Márquez, artista almerienseLA VOZ

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Habla deprisa, con certeza en los ojos y la convicción de quien ya no se permite dudar. Cada palabra del almeriense Fran Márquez parece venir cargada de electricidad, como si llevara años conteniéndose y por fin pudiera decirlo en voz alta: “No soy un profesor de música ni un saxofonista al uso. Soy artista y esto es lo que quiero hacer”. Lo dice sin temblar. Lo dice sabiendo que ya no hay marcha atrás.

Su presencia transmite algo difícil de fingir: hambre. Hambre de crear, de crecer, de dejar huella. Esa urgencia lo empujó a dar un salto que cambió su vida. Tras años de partituras, exámenes y aulas, decidió romper con todo y apostar por su sueño. Se marchó a Madrid con más dudas que certezas, pero con una seguridad que no admitía frenos. “Cuando llegué a Madrid me sentía muy pequeño en un mundo inmenso, pero entendí que si no lo intentaba, iba a arrepentirme toda la vida”, recuerda.

De ese salto nació ‘Vivir Improvisando’, su primer gran proyecto presentado en Pulpí en 2024, uno que, como él, vibra de energía, coraje y determinación. “La vida te va poniendo pruebas, a base de golpes. Antes de lanzar mi música tuve que enfrentarme a mis miedos, a la exposición, al qué dirán. El mayor reto ha sido creer en mí y atreverme a mostrar quién soy realmente”, admite en una charla con LA VOZ. El vértigo era necesario. Sin vértigo no hay vuelo.

Una vida dedicada a la música

La historia de Fran empieza con solo tres años, cuando entró en la Escuela Municipal de Música de Pulpí. Desde entonces no ha parado: formación clásica en saxofón, título profesional en Lorca, estudios de composición en el conservatorio, clases para los niños. La música siempre ha sido su forma de mirar el mundo. “Desde pequeño la música ha sido el lugar donde podía ser quien era sin tener que explicarlo”, confiesa.

Pero aunque la partitura lo acompañaba, sentía que faltaba algo. La docencia le daba estabilidad, pero no plenitud. “Estaba dando clase y era feliz con los niños, pero dentro de mí sabía que no era mi sitio”, reconoce. “Necesitaba crear, componer, buscar mi propio sonido”. Esa necesidad se convirtió en impulso, y ese impulso en decisión.

En Madrid, descubrió la producción musical de la mano de otros artistas y técnicos que le enseñaron a transformar ideas en canciones reales. “Fue un cambio de mentalidad: entender que no basta con tener talento, hay que trabajarlo, producirlo para que llegue a los demás”, explica. Poco después, regresó a la costa almeriense para montar su propio estudio en Terreros. Hoy compone y produce allí cada día, con disciplina y pasión. “No creo en la inspiración, creo en el trabajo constante. Un pintor pinta, un albañil construye casas y un compositor compone todos los días”, afirma.

Rumbo propio y sin frenos

Encontrar su estilo no fue inmediato. Durante meses probó distintos géneros, sonidos y caminos, hasta que comprendió que su identidad artística estaba en sus raíces. “Siempre he estado rodeado de rumba, de ese ambiente rociero, de la rumba catalana y flamenca. Era lo natural para mí. Lo que hacemos ahora es darle un giro, mezclarla con sonidos electrónicos y hacerlo más actual”, explica. 

El resultado es un sonido fresco y luminoso, pero profundamente cercano: una rumba urbana. Sus canciones tienen la textura de una conversación íntima y el ritmo de una celebración. “Quiero que la gente sienta que cada momento cuenta, que hay que vivir el presente y disfrutarlo”, resume. Esa filosofía vital, aprendida a base de tropiezos, se ha convertido en el motor de su proyecto: música con alma, pero también con propósito.

“Antes de irme a Madrid empecé un proceso de terapia personal. Sabía que iba a tener más exposición, y quería ser mejor persona antes que artista”, confiesa. “Mis canciones hablan de eso: de aceptar tus debilidades y transformarlas. La música me ha servido para sanar, y ahora quiero que sirva a otros para lo mismo”.

El artista local, Fran Márquez, sobre el escenario de la Gira Radiolé

El artista local, Fran Márquez, sobre el escenario de la Gira RadioléAnaïs Zurano

Mirando al futuro con los pies en la tierra

A corto plazo, su objetivo es claro: seguir creciendo poco a poco, sumar escuchas y conectar con más público. “Quiero que más gente se una a este mensaje: que la vida está para vivirla hoy, no mañana”, dice. A largo plazo, sueña con construir un proyecto sólido que deje huella positiva, que trascienda modas y algoritmos. “Quiero aportar valores, influenciar de forma positiva. Si logro eso, todo lo demás vendrá solo”, asegura.

Cuando se le pregunta por colaboraciones soñadas, sonríe: “De pequeño siempre decía que quería ser como David Bisbal. Solo con conocerlo ya sería feliz”, admite entre risas. Pero mientras ese sueño llega, no deja de construir el suyo. Además de su carrera como artista, dirige 'Calypso Estudios', su propio espacio de producción musical y audiovisual, y coordina junto a la Diputación de Almería y el Ayuntamiento de Pulpí el proyecto 'Palma Sessions', sesiones en directo con artistas locales para darles visibilidad. “La idea es que no tengan que irse fuera para ser escuchados, que puedan mostrarse desde aquí”, explica.

Vivir con pasión

Hablar con Fran Márquez es contagiarse de esa mezcla de vértigo y fe que solo tienen quienes apuestan todo a una carta. Habla con determinación, pero también con ternura, consciente de que cada paso ha sido difícil y necesario. No presume, pero sus palabras destilan seguridad y propósito. “Lo más importante que tenemos es el presente. No sabemos qué va a pasarnos, así que hay que vivir con pasión”, concluye.

Su música es exactamente eso: una invitación a soltar el miedo, a atreverse, a vivir improvisando. Y él ya lo está haciendo. Desde Pulpí, desde Almería, con los pies en su tierra y la mirada en el horizonte.

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