El Almería fue el domingo un equipo con las  ideas muy claras, que supo manejar el tempo del partido con el balón y que vio como su propuesta engullía sin miramientos a un Reus que fue una caricatura del que ganó en Elche y Tenerife.
La mejor prueba de ello es el mejor jugador del cuadro rival fue su portero Edgar Badía que con su brillante trabajo evitó que los suyos salieran mucho más dañados de lo que el 2-0 final indicaba; y que el meta local no tuvo que realizar ni una sola parada de mérito en todo el encuentro.  

Una vez más el trabajo bien hecho dio sus frutos. El Almería volvió a mostrar que es un conjunto trabajado, consciente de cuales son sus virtudes y que está consiguiendo inclinar los desarrollos y desenlaces de los partidos de su lado. Da igual el rival que tenga enfrente, cuando los almerienses están sobre el terreno de juego, todo parece ocurrir bajo el prisma de la velocidad, verticalidad y disciplina.
Ante el Reus salió con las ideas claras. Quería un partido vivo en el que el conjunto rojinegro sintiera el agobio de manera permanente. No había pase fácil en ninguna zona del campo.

La presión en bloque alto que diseñó Fran Fernández se saldó vencedora. El cuadro reusense buscaba siempre el salir jugado desde atrás, pero no tenía más remedio que acabar lanzando el balón en largo, una tesitura en la que los catalanes pierden su esencia y efectividad.
El resultado fue que René tuvo un partido plácido.
En fase ofensiva el Almería buscó el vértigo en todas sus acciones. Transiciones que se arropaban en la velocidad de manera permanente y que abrían grietas en la zaga rival.
La consecuencia, dos goles y multitud de ocasiones.