La otra Liga es como los maletines: no existe pero todo el mundo habla de ellos y de ella, la Liga digo. Recta final de la temporada y abróchense los cinturones que vamos a despegar.

Hay que estar preparados para ver que aquellos que tanto perdían ganen ahora y para que algunos a los que no había forma de hincarles el diente pongan la rodilla en tierra.

Todos sabemos que en las últimas jornadas de competición (suelen ser diez) se gana y se pierde una Liga, un ascenso o una categoría determinada.

Los partidos son distintos. Los errores son de bulto y los perjudicados lamentan no haber tomado medidas antes. Como los malos estudiantes todo lo dejan para el final.

Nosotros no estamos libres de pecado ni vamos a lanzar la primera piedra. Somos mortales y sabemos de memoria la vida y la obra del Almería con sus capotazos de La Patrona. Y sus milagros presidenciales.

Ahora los clubes se mueven. Los presidentes viven en estado de alerta y los aficionados se quedan con las ganas de ver perder al que perdía mientras su equipo (pobre inocente) no da una a derechas.

Siempre hay un tonto que paga. Un listo que hace un reloj de madera a tiempo y da la campanada ante el asombro de unos y la sospecha de otros.

Yo desde el día que bajó el Almería con el Ourense me lo creo todo. He visto tantas cosas que nada me sorprende. Vamos a llamarle la otra Liga para que nadie se enfade.

Menudas jornadas nos esperan.

Mejor hacerse el loco.