El MEMOLab-Laboratorio de Arqueología Biocultural de la UGR, dirigido por el profesor José María Martín Civantos y especializado en arqueología medieval y sostenibilidad ambiental, acaba de terminar los trabajos el viernes pasado en Mojácar La Vieja.

Este grupo de investigación trabaja en estos momentos en varios de los proyectos de excavación y prospección arqueológicas más sobresalientes de la provincia de Almería. Analizan los paisajes históricos, sus regadíos y sus acequias, las fortificaciones y otros restos de interés, de cuyos estudios se derivan relaciones contextuales e interacciones sociales y culturales que nos ayudan a comprender mejor el pasado.

Con Civantos hemos charlado un rato para conocer cómo ha ido la temporada de primavera-verano y qué expectativas hay para el futuro próximo.

¿Qué proyectos lidera su grupo de investigación? ¿Han tenido unos meses intensos?

Desde el MEMOLab de la UGR estamos trabajando en Mojácar La Vieja, Cabezo de María (Antas) y Huércal La Vieja (Huércal Overa) y continuamos con el trabajo de estudio de materiales e interpretación en los proyectos de la Alcazaba de Almería y la de Tabernas. Además de eso, hemos estado trabajando en el catálogo de qanats y galerías drenantes (minas de agua) de Almería y, más específicamente, de Oria, y hemos trabajado en la restauración de regadíos históricos de Los Cerricos de Oria.

¿Qué podemos adelantar del trabajo en Mojácar?

Este año están apareciendo una gran cantidad de estructuras, tanto de viviendas como de lo que pensamos que podría ser una zona de mercado, un zoco, aunque la interpretación no es sencilla en ese caso. También hemos terminado de excavar el horno de pan colectivo, la tahona, que apareció en campañas anteriores. Hemos unido sondeos creando una gran área de excavación abierta, que da más vistosidad y permite entender mejor el asentamiento.

Fue una gran noticia zel descubrimiento en Cabezo María (Antas) de los restos de una comunidad monástica cristiana. De los primeros siglos del cristianismo.

El yacimiento ha sido una gran sorpresa. La interpretación como monasterio es preliminar porque habrá que seguir excavando, pero la cronología ha quedado bien fijada y la presencia de la iglesia y las estructuras separadas semirupestres nos llevan a pensar en esa posibilidad. En cualquier caso, es un yacimiento extremadamente interesante que nos da muchas claves para entender un período de la historia de España muy desconocido sobre el que se ha especulado mucho.

¿El año que viene habrá una nueva campaña en Antas?

Sí. El Ayuntamiento quiere desarrollar un proyecto a medio plazo, así es que en 2026 volveremos para continuar las excavaciones y se empezarán actuaciones de consolidación y puesta en valor.

¿Vivimos una segunda época dorada de la arqueología almeriense?

El hecho de que hayan comenzado tantos proyectos en la provincia en los últimos años es, sin duda, muy interesante desde el punto de vista científico, pero lo más importante, lo que realmente haría que fuera una nueva edad de oro, sería que esos proyectos y excavaciones tuvieran un impacto social, cultural y económico en el territorio, que contribuyeran a un modelo de desarrollo sostenible, diversificado, basado en los recursos locales.

Tocan en el grupo de investigación la historia de las acequias y sus potencialidades en el presente. Y Almería es tierra de acequias...

Los sistemas históricos de regadíos albergan una gran cantidad de valores culturales, sociales, ambientales y productivos. Generan numerosos servicios ecosistémicos que son muy importantes y han demostrado ser no solo sostenibles a lo largo de los siglos, sino también resilientes. Son enormemente eficientes si aplicamos un concepto no solo productivista, sino desde una perspectiva multifuncional.

Habla usted de corredores verdes.

Son, además, ejemplos de innovación ya que pueden considerarse soluciones basadas en la naturaleza, corredores ecológicos, infraestructuras verdes, sistemas integrados de manejo de agua y herramientas para la mitigación y adapación al cambio climático.

Pregunta dirigida a un estudiante de Historia. ¿Es viable dedicarse a la arqueología profesionalmente? ¿Vivir de ello?

Sí es posible, pero es complicado. En el ámbito arqueológico es posible dedicarse a la arqueología de gestión, realizando intervenciones de urgencia en centros históricos o ligadas al desarrollo de infraestructuras. En este sector resulta muy complicado poder llevar a cabo tareas de investigación, más allá de las propias necesidades de las obras y requisitos administrativos, porque no se financian. Desde las instituciones académicas se puede buscar financiación específica, pero es escasa y son pocos los jóvenes arqueólogos que pueden dedicarse a ello haciendo carrera académica o integrándose en grupos de investigación.

¿Confía en que el futuro nos traiga aportaciones arqueológicas importantes en la provincia?

Sí, claro. Seguro que aún hay muchos descubrimientos inesperados. Hay mucha historia por desenterrar y estudiar. Pero, sobre todo, hay muchos datos que se van recuperando e interpretando, cada vez más capacidad de análisis y de interpretación. Más allá de hallazgos singulares o de los elementos monumentales que suelen atraernos, tenemos que aprender a sorprendernos con lo cotidiano, con la historia de nuestros antepasados más comunes. Y debemos de aprender a aprender de ellos y a apreciar todo el esfuerzo que hicieron para que nosotros llegáramos hasta aquí.

Hasta aquí las campañas de este año. Los arqueólogos y sus equipos multidisciplinares, junto a los voluntarios -la mayoría, alumnos- se esconden ahora en las aulas a la espera de la rutina. Cruzarán información, conjugarán contextos, resolverán incógnitas, aparecerán nuevas preguntas, desearán volver al tajo en busca del tesoro perdido.