Sofía, la campeona de España alevín de natación: “Es un momento único”
Con solo 13 años, Sofía Iglesias González, la almeriense del barrio de Villablanca, se ha proclamado campeona de España Alevín de Natación

Sofía, la campeona de España alevín de natación.
13 años tiene Sofía Iglesias González. La joven almeriense del barrio de Villablanca (Almería capital) se coronaba el pasado 11 de julio, en Cádiz, con la medalla de oro en el Campeonato de España Alevín de natación. Cuando alcanzó la meta, en ese suspiro de soledad y éxtasis que tan bien conocen los deportistas y artistas, Sofía había logrado el primer puesto en los 50 metros braza. En su mente, sus padres y su hermano. Desde Almería, a la familia le parecieron eternos esos segundos del reloj. “Lo vivimos con mucha emoción y nerviosismo”, nos cuentan. La joven del Club Natación Almería había tocado la pared. Era primera. En el pensamiento, los madrugones, las dobles sesiones, los entrenamientos de lunes a sábado, las renuncias como adolescente. Pero el agua, que es una fiel cómplice, le hace libre.
“Ganar la medalla de oro ha sido una de las mayores alegrías de mi vida”.
Sofía, hija de David y Estela, “está metida en el agua desde los siete meses”. Sus padres la llevaron a un primer curso acuático y la piscina le sedujo: “Sobre los siete años la apuntamos a un club de natación”. Hasta hoy. Detrás del oro hay una agenda demoledora. Y unos padres que ejercen de taxistas. David lo sabe. Y la madre.
Entrena seis días a la semana y hace jornada doble los lunes y los sábados. Los lunes empieza a nadar a las seis de la mañana, hace hora y media de natación y después se va al colegio. Luego entrena por la tarde. Y los sábados, entra a las diez, sale a la una y vuelve a la piscina a las cuatro de la tarde.
Estresa teclear la agenda. Sofía dice que en el agua percibe una gran sensación de libertad.
Tomé el primer contacto en el Club Natación Portocarrero, pero me cambié al CNA, mi club actual. Empecé a querer algo más que clases porque, desde muy pequeña, el agua me hacía sentir libre.
Y lo que era ocio se erigió en disciplina.
En el momento en el que entré en el Club Natación Almería y empezamos a competir descubrí que había una sensación que me motivaba a seguir y trabajar: la autosuperación.
Me sorprendes. Pero eso no es fácil.
Esa sensación de saber que, si seguía esforzándome y sobrepasando más allá de mis propios límites podía conseguir muchas cosas, me motivó.
No hay ídolos. Ni estrellas. Si le preguntas cuáles son sus referentes, Sofía apunta a gente conocida.
No pienso en grandes nombres internacionales, sino en alguien mucho más cercano: mis entrenadores. Algunos de ellos también fueron nadadores. Han vivido en primera persona lo que ahora yo estoy viviendo.
La respuesta denota madurez...
Ellos saben lo que se siente al tirarte a la piscina con nervios antes de una final, lo que pesa un mal entrenamiento, lo duro que es levantarse temprano cuando no tienes ganas... Y también lo increíble que es tocar la pared sabiendo que has dado lo mejor de ti.
Y siempre están ahí. Son triunfadores anónimos.
Lo que más admiro de ellos no es solo lo que entrenaron y entrenan, sino la pasión y la entrega con la que me acompañan hoy. Me enseñan técnica, sí, pero también me enseñan valores.
La pregunta sobre las aspiraciones de futuro es un test para saber el grado de fortaleza mental del deportista. Hay quien quiere dar los pasos antes de tiempo. Sofía sabe cuán importante es la prudencia.
Tengo claro que quiero seguir creciendo en este deporte. Me encanta nadar, entrenar, competir... y, por ahora, quiero seguir para mejorar cada día.
Disfrutar del proceso y crecer despacio...
Mi meta más cercana es seguir bajando mis tiempos y mantenerme entre los mejores en mi categoría.
¿Te parece bien que hablemos de renuncias?
A veces la gente ve solo el momento en el que subes al pódium, pero detrás hay muchas cosas que no se ven. Compaginar los estudios, otras actividades y un deporte como la natación requiere mucho sacrificio.
¿Qué te motiva cuando el cansancio aprieta?
Hay días en los que salgo del instituto directa a la piscina, sin apenas parar. Estudio por la noche cuando estoy cansada o aprovecho los ratos libres entre entrenos y clases para avanzar las tareas.
¿Cómo llevas las quedadas con amigas y amigos? Pregunta retórica.
Mientras muchos descansan o quedan, yo estoy en el agua. He tenido que decir “no” a muchos planes, perderme cumpleaños, viajes, fiestas. Y, aunque a veces cuesta, sé que es parte del camino.
La familia es ese microsistema que protege. Sofía lo sabe muy bien.
"Mis padres hacen un esfuerzo enorme cada día. Me llevan a entrenar súper temprano por la mañana, luego otra vez por la noche, y me recogen cuando ya están muy cansados. Se lo agradezco mucho. Sin ellos, no estaría donde estoy”, recuerda. Sofía no se olvida de sus compañeros. Es esa otra familia que genera el feedback necesario para resistir.
- Entrenar con ellos, reírnos, animarnos cuando estamos cansados o cuando las cosas no salen hace que todo sea más fácil y más bonito.
El verano, con sus calores, no es un compás de espera. Empieza en septiembre segundo de la ESO en la La Salle-Virgen del Mar, pero sus vacaciones son especiales. Cuando la moral está algo minada, le acompaña una guitarra. Es su forma de parar. Su desconexión. El ritmo baja para después volver a subir. 34,35. Una décima menos que Nerea. El suspiro efímero, fugaz, que vale un oro 13 años después de su primer chapuzón.