José Ortiz, el eterno capitán de la UDA que hoy es maestro del fútbol inclusivo
Milita ahora con adolescentes y adultos con discapacidad física

José Ortiz junto a Javier A. García.
A José Ortiz se le ve, al caer el mediodía, por la calle Navarro Rodrigo de la capital. Se le ve ahí. O con las bufandas benéficas de Maavi, su equipo. O en algún memorial de esos que sirven para hacernos comprender que, juntos, estamos mejor. O en un torneo de Navidad, entre vinos y viejos colegas con curvas y años de felicidad. O despidiendo a Antonio Moreno, un amigo compartido –la sonrisa eterna del IES Alhadra a principios de los 90-. O echando una mano a la Asociación Asperger Almería. O cocinando con los de La Unión. O en la lucha contra el cáncer, micrófono en mano. O comiendo, como uno más, con los peñistas de la Sotanillo. O en los campus de verano. O celebrando, como aquel 29 de mayo de 2022, el ascenso a Primera de su UDA. Porque a Ortiz le gusta estar en la Vega. Allí merodea la elástica rojiblanca, esa que ha lucido como nadie porque nadie como él representa la humildad y el coraje de ser almeriense. Ese, ese Ortiz, el capitán, mi capitán, el almeriense con el que se uno cruza por la calle y abraza la cotidianeidad con la misma sencillez y naturalidad con que celebraba los goles de Goitom –a mí me cuesta saludarlo porque me parece un acto irreverente parar a nuestro mejor extremo derecho de la historia-, ese Ortiz nos ha vuelto a ganar con su última gran apuesta: su militancia activa y comprometida con la III Liga Almeriense de Fútbol Inclusivo.
Sí, el Ortiz de Emery, de Soriano, de Uche y de Galca, milita ahora con adolescentes y adultos con discapacidad física, intelectual y auditiva y con inmigrantes en situación de extrema vulnerabilidad. Desde la semana pasada, el 14 de marzo, hasta el 13 de junio, 250 deportistas de toda diversidad funcional juegan esta liga federada que nació gracias a Daniel Martínez, un joven nada conformista de A Toda Vela, y el respaldo institucional de la Diputación de Almería.
En uno de los 15 clubes participantes (CFF Murgi El Timón Ejido, Ejido FS Asprodesa, Maavi Fundación, Mayéutica Indakana, Poli Ejido Inclusivo, ATtlético benahadux, La Clase Chica, UCD La Cañada Asalsido, Sporting FS A Toda Vela, UAL Inclúyete, Apafa, CD Vera Asprodalba, CD Villa de Albox El Saliente, CD Comarca de Níjar Activa y Almería Acoge Convive-Fundación Cepaim) echa sus carreras el mítico capitán. Desde el banquillo. Como entrenador de un grupo de inmigrantes vulnerables que se funden con personas en riesgo de exclusión social. Lo hace con la convicción de que todos cabemos en este proyecto común llamado fútbol. Una Liga con reglas muy particulares en la que se celebran los goles propios y los ajenos y el árbitro es reverenciado porque no cabe el insulto ni el discurso del odio. Tampoco hay padres exaltados que ven en su hijo a un Messi en potencia y exigen su titularidad por la vía rápida. Ni barreras hay, los límites se rompen cuando rueda el balón y el lenguaje universal del deporte rey se llena de poesía. Todos juegan, todos corren, pura anarquía, free soccer.
Fundación Maavi. Cómo surge la idea, Ortiz.
Me llamaron desde la empresa Kimitec para hablarme del proyecto deportivo y también social de la fundación Maavi. Me ofrecieron entrenar al equipo juvenil la temporada pasada y este año llevo también el equipo infantil.
El fútbol... desde una vertiente social. Es toda una causa.
El proyecto reúne todos los valores que a mí me gustan del deporte. El objeto social es la inclusión, la integración de estas personas en la sociedad.
¿Qué te aporta este trabajo? Hay ahí casi una ganancia espiritual.
Trabajamos una integración real con inmigrantes en condiciones difíciles. Estas personas se mezclan con otros niños que viven en riesgo de exclusión. Les ayudamos también en otros ámbitos como el educativo.
El Maavi está en la Liga Almeriense de Fútbol Inclusivo.
El Maavi lleva tres años en el proyecto. Es una gozada.
Una Liga con unas reglas especiales.
El resultado es lo de menos. Se celebran los goles del equipo contrario, nos ayudamos unos a otros, nos adaptamos al nivel de cada uno.
Otra manera de entender el deporte.
Todos merecen competir. Y jugar. Al final, te adaptas y compartes. No todo el mundo tiene las mismas condiciones y ni siquiera han tenido oportunidades para disputar una liga oficial. Hombres, mujeres, personas con discapacidad, inmigrantes... Todos estamos hermanados.
Cómo lleva la rutina Ortiz.
Tengo mi negocio. Y con la familia. Por las tardes entreno al Maavi e intento ayudar en causas sociales cuando puedo.
Los fines de semana tiene partidos. No va mucho por el Mediterráneo.
Jugamos nosotros y también juega mi hijo en el juvenil del Maavi. He ido solo a un partido este año.
Frente a la violencia que, a veces, hay en los campos –de padres contra árbitros, por ejemplo-, lo que ustedes proponen es otro nivel.
Respeto, deportividad. Erradicar la violencia. Inculcar a los deportistas el respeto a los rivales y a los árbitros. En cada charla con los chicos, les digo: “Vamos a disfrutar en el campo”. Y, al final, nos damos la mano. Desde los núcleos familiares deben tomarse esto como un deporte.
El lema de la Liga Almeriense de Fútbol Inclusivo es ‘Gana el partido de la diversidad’. Cada choque es una fiesta de la convivencia. El marcador existe porque es una competición oficial, pero casi ni lo miran. O si lo miran, no es elemento de crispación. Los que corren más se adaptan a la media y deben aflojar el ritmo. Siempre hay un pequeño Messi, pero aquí no hay iconos ni ídolos. Todos lo son y nadie lo es a la vez. Nadie se cabrea con el portero si se mete un gol en propia puerta. Y las reglas no son para siempre. A veces cambian. Hay colegiados. Y árbitras. Y se lo pasan mejor que en otros campos porque se sienten parte de algo mayor. Y les tributan admiración. Y no hay palabras hirientes en la jerga del público. Sí hay familias agradecidas con la oportunidad de que sus hijos participen, socialicen. Les ven felices. La Champions de la inclusión solo acaba de empezar. Se decide, además, en primavera. Como la otra. En ésta, sin embargo, no cabe un solo ganador.