Casablanca: el paraje almeriense que esconde siglos de historia
Un marquesado, agricultura, minería y un nuevo renacer esconde esta cortijada famosa

Cortijo de Casablanca en Vícar.
En el municipio almeriense de Vícar, el paraje de Casablanca guarda una historia de riqueza y poder que se remonta al siglo XVI. Situado en las faldas de la Sierra de Gádor, esté enclave fue un importante núcleo agrícola y minero antes del siglo XX.
Tras las revueltas mudéjares y la posterior expulsión de los moriscos, estas tierras pasaron a manos de la Corona castellana. En 1505, la reina Juana I de Castilla vendió propiedades en Felix y Vícar al bachiller Jorge de la Torre, quien posteriormente las traspasó a Alonso Nuñez de Madrid, un influyente funcionario de la Chancillería de Granada. A partir de entonces su linaje consolidó un mayorazgo que más tarde daría origen al Marquesado de Casablanca.
Uno de los personajes clave en esta historia fue Luis Maza Núñez de Valdivia, quien en 1712 recibió de Felipe V el título de Marqués de Casablanca. Además, ostentaba otras distinciones como Caballero de la Orden de Alcántara y Coronel de infantería. Su escudo de armas, con mazas doradas y la salutación angélica ‘Ave María Gratia Plena’, reflejaba la importancia de su linaje.

Interior de Casablanca.
Con el paso de los años, el marquesado pasó por diversas generaciones hasta que en el siglo XIX, Antonio Luis Maza protagonizó un pleito con Roquetas de Mar, reclamando jurisdicción sobre el municipio, litigio que quedó anulado con la abolición de los señoríos en 1810.
En la actualidad, la finca de Casablanca ya no pertenece a los descendientes de los marqueses. En 1913 fue embargada por el Banco Español de Crédito a Don Enrique García Vivas y el 26 de marzo de 1922 la finca fue adquirida por el notario Nicolás Prados Salmerón.
De Nicolás Prados pasó a su hija Angustias Prados Jiménez y posteriormente de ésta, a sus hijos. Y es su hijo Miguel Sanchez Prados quien se queda con la casa y la mayor parte de la finca.

Detalles de Casa Blanca.
Dentro de toda la propiedad, se encuentra a parte de las tierras de cultivo, un molino de turbina suiza, el cual se le denomina como “fábrica de harinas de cuatro piedras francesas” en la escritura original de 1922, este molino se abastece de agua proveniente de la acequia del complejo hidráulico de Carcauz.
Miguel junto a su esposa Dolores Belmonte, de 1983 a 1985 realizaron obras de restauración de la casa tal y como se la conoce a día de hoy, en esta restauración se encontraron con detalles que estaban ocultos bajo la cal, y pudieron rescatar diferentes suelos hidráulicos. Actualmente Dolores Belmonte junto a su hijo Miguel Sanchez Belmonte son los propietarios de Casablanca.