Cerrado desde hace unos años, el Hotel Don Miguel Plaza vuelve a la vida. Situado en uno de los lugares más pintorescos y más visitados por propios y extraños, la Plaza Porticada de Berja, el establecimiento, de 3 estrellas, ha reabierto sus puertas desde hace una semana.

Sin duda una buena noticia para el municipio y para un sector, el turístico, que quiere ser unos pilares del desarrollo de la localidad, y en una población carente de establecimientos hosteleros de calidad, a excepción de la Casa Palaciega, situada junto al Paseo de Cervantes.

El hotel a ha pasado a ser gestionado por dos jóvenes profesionales de la hostelería: Òscar Vilas y Míriam Morilla, y el propietario y adminitrados es el empresario local Miguel Martín Villegas.

Óscar y Míriam, nacidos en Puigcerdá (Girona) y Valls (Tarragona) ya tienen experiencia en gestionar establecimientos hosteleros de la Alpujarra grandina. Hace unos años cogieron el Mirador de Murtas y, después, el Mirador del Fuerte, en Juviles.

Lo primero que les interesaban, confiesan, era quedarse en Murtas, pero, una vez que pasaron por Berja, les hablaron de la existencia del hotel y de que era una auténtica pena que estuviese cerrado.

“El hotel está bién y no podía ser que estuviese cerrado. Habíamos visto imágenes en Internet de él y no les hacían justicia”, comentan. De ahí sólo quedaba hablar con el propietario, “la negociación fue rápida, nos interesó a todos”, explican.

Van poco a poco, con sólo unos días abiertos, y, naturalmente buscan anunciarse en los grandes buscadores de hoteles, aunque tienen muy en cuenta la publicidad directa, el boca a boca. También quieren trabajar con empresas locales, ofreciendo “calidad a un precio asequible”.

Óscar y Míriam apuntan que aspiran a convertir el Hotel Don Miguel Plaza en referencia en Berja en alojamiento para cualquier tipo de eventos, desde familiares hasta de empresa.
Con 2.400 metros, la plaza porticada de Berja es la única de estas características que existe en la provincia de Almería.
Desde el año 1861 hasta 2007, la plaza acogió al mercado de abastos del pueblo. Después, las obras la han convertido en un espacio diáfano, rodeado de arcos, con viviendas y comercios, en el que se celebran diversas actividades culturales y de ocio.