El Cabo de Gata siempre ha destacado por su belleza y por ser un paraje natural digno de ser cuidado y admirado. Sin embargo, incluso los lugares más hermosos pueden ser peligrosos, y si no que se lo digan a los barcos que han naufragado en sus costas e incluso descansan bajo las aguas del mar Mediterráneo.

El barco más conocido es el Arna, 'el vapor de Cabo de Gata'. Construido en el astillero británico de Newcastle, este vapor se hundió de camino a Middlesbrough cargado de mineral de hierro. La causa de su hundimiento el 16 de febrero de 1928 fue un impacto con un bajo cercano al Cabo de Gata. El accidente provocó graves daños estructurales y los treinta y tres tripulantes lograron llegar a nado a la costa ya que fue imposible largar los botes salvavidas.

En la actualidad, este barco es una atracción turística para submarinistas. Los restos no solo atraen a los curiosos por ser un barco hundido, sino también por la vida que se ha desarrollado en él. Nudibránquios, anémonas, gorgonias blancas, ceriantos, meros e incluso algunos peces luna o águilas de mar pueden ser vistos en una inmersión.

Pero no es el único. Otras muchas naves naufragaron o se hundieron en las aguas del Cabo de Gata, como La Patrona Real, naufragado en 1613; el Galatz, hundido en el 1900; o el Lopollise en 1904.

La lista podría continuar y sorprendernos por su extensión, lo que nos plantea una gran pregunta: ¿Cuál es la causa de que tantos barcos hayan acabado bajo las aguas de Cabo de Gata?¿Hay algún tipo de maldición? ¿Simple mala suerte de tantos marineros y capitanes a lo largo de siglos?

La respuesta es muy sencilla: el motivo es La Laja, un arrecife volcánico conocido también como Las Collas. A pesar de ser el hogar de muchas especies que impresionarían a cualquier pescador, la alta tasa de naufragios debido a su situación llevó a que se propusiera un proyecto para dinamitarla.

Este proyecto nunca se llevó a cabo y La Laja sigue a día de hoy rodeada de sus 'víctimas' y dando cobijo a todo tipo de especies marinas.