De Almería al Sáhara: la legendaria aventura de un padre y un hijo en un Citroën del 78
Su objetivo es participar en el Chatarras Raid, un evento solidario que se organiza todos los años en Marruecos

Citroën Dyane 6 del año 78, vehículo que utilizará Xevi Pujol con su hijo en el Chatarras Raid.
Xevi Pujol aprendió hace unos años que hay retos que son menos imposibles de superar de lo que a priori tendemos a pensar. El cuevano, que ha demostrado en más de una ocasión una confianza en sí mismo abrumadora, sigue al pie de la letra una filosofía que lo ha impulsado a sobrepasar las expectativas de aquellos que escuchaban sus ideas, tildadas por los incrédulos de "locuras imposibles de lograr".
Entrevista a Xevi Pujol en Hoy por Hoy Almería
De realizar a pie desafíos deportivos como la Ruta de las Fortalezas, en Cartagena (53 km); La Desértica de Almería (72 km); o el recorrido de Ronda (101 km); a aventurarse en un raid de una semana de duración por las dunas del desierto del Sáhara, Xevi es un catalán con alma almeriense que este sábado se embarcará hacia Marruecos con un objetivo en mente: llegar a la meta habiendo vivido una experiencia junto a su hijo que recordará toda la vida.
El Chatarras Raid
"Estar un poco tronado": Esta es una de las condiciones que señalan desde la organización del Chatarras Raid de Marruecos para culminar el recorrido; una carrera dividida en diferentes etapas que transita por los lugares más emblemáticos del país vecino. Sus otros requisitos no son menos destacables: participar con una 'chatarra de cuatro ruedas' que tenga más de veinte años y -debido al carácter solidario del evento- realizar dos donaciones a lo largo de la aventura intercontinental.
Con su Citroën Dyane 6 del año 78, Pujol cumple sobradamente la primera condición: "Tiene 47 años (y 22 acumulando polvo). Me lo he tomado al pie de la letra", reconoce, para después admitir entre risas que el coche lo compró en Talavera de la Reina una vez se hubo apuntado al raid: "Cuando vi que se había abierto el plazo nos inscribí a mi hijo y a mí. Luego tuve que comunicárselo a él y buscarme el vehículo. Vi este Citroën en Toledo y ese mismo sábado me fui a por él".
Si bien ha terminado de poner a punto el coche este mismo lunes, el cuevano señala que el vehículo, a pesar de sus modestos 32 caballos de potencia, "tiene muchas más posibilidades de lo que la gente cree": "El poco peso y el tipo de suspensión con la que cuenta facilitarán que llegue lejos", subraya.
Con la ayuda del padre de la pareja de su hijo y de este último, al que convenció con un simple "cuento contigo", han terminado de arreglar lo que será su billete de ida y, esperan, de vuelta: cambio de aceite, bujías nuevas, batería y una funda de borrego para los asientos. "Poco más", dice, como si no fuera a cruzar dunas con ese coche dos conductores que, aunque apasionadas de los coches, no cuentan con formación mecánica alguna.
Un raid solidario con espíritu de aventura
Este viernes 14 de marzo padre e hijo tendrán que hacer acto de presencia en Cádiz, donde comenzará la precuela de la carrera solidaria; un evento en el que la "carrera" es lo de menos y lo de "solidaria" es lo de más. Y es que el Chatarras Raid no es una competición al uso. Cada uno de los 216 equipos participantes debe entregar al menos 10 kilos de comida al Banco de Alimentos de la Bahía gaditana antes de la salida y, ya en Marruecos, material escolar, juguetes, ropa o productos sanitarios a diversas ONG locales: "Todo depende del coche que lleves y de su maletero".
La prueba, que consta de seis etapas y 4.000 kilómetros, ofrece dos modalidades. En la línea de su espíritu indomable, Xevi y su hijo, en lugar de seguir el recorrido "fácil" con GPS, han decidido optar por la modalidad "tronado". Es decir, les darán unas coordenadas y tendrán que encontrar su camino sin más ayuda que su instinto y un sistema de navegación que nunca han usado: "Por las dunas con un coche de 32 caballos, pero ¿por qué no?", dice Xevi con naturalidad. "Se supone que cuando lleguemos a la arena hay que dar gas a fondo y no perder la inercia. Hasta el infinito y más allá".
"Si hay algún problema siempre están los otros compañeros para solucionarlo. En última instancia siempre nos quedará la cinta americana y el alambre", bromea al almeriense-catalán señalando uno de los aspectos más atractivos del evento: "Aquí no se premia al que llega primero, sino al que muestre más compañerismo, al coche más antiguo, al que lleve el disfraz más original...", enumera.
Con su prehistórico coche, Xevi parte con ventaja para ganar dos posibles galardones, el del vehículo más antiguo y el del menos potente: "Vamos a por todas, como Rayo MacQueen", bromea con la sapiencia de alguien que tiene la seguridad de que le espera una experiencia de lo más "divertida".
Un reto padre-hijo
Más allá de la adrenalina y la incertidumbre mecánica, el cuevano ve en esta aventura una oportunidad única para compartir tiempo de calidad con su hijo. "Tener un hijo en tránsito de la adolescencia a la edad adulta es complicado. Yo veo esto como una excusa perfecta para pasar una semana juntos y estrechar lazos", reflexiona.

Padre e hijo frente a una pastelería con su apellido.
Al igual que sabe que él disfrutará el viaje desde el primer minuto, también está convencido de que, con los años, el chico, de 21 años, mirará atrás y entenderá el valor de esta experiencia. "Ahora le suena a locura, pero dentro de un tiempo lo mirará con cariño", asegura.
Sea como fuere, de lo que no cabe duda es de que la historia de Xevi Pujol y su aventura en Marruecos tiene todos los ingredientes de una gran película hollywoodiense: un coche casi sacado de un desguace, un padre y un hijo enfrentándose juntos a lo desconocido y un propósito solidario escondido entre las dunas del gran desierto del Sáhara. Si Pixar está buscando ideas para su próxima cinta, aquí tiene un guion perfecto.