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El hombre que hizo el pino

El hombre que hizo el pino

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En 1980, cuando España aún no ganaba mundiales ni Eurocopas, David Fernández, un almeriense  de la calle Granada, fundó una empresa de aromáticos con dos aprendices. Tres décadas después  ha conquistado el mercado mundial con sus ambientadores para el coche y el hogar. Y sobre todo con su célebre pino, que tantas generaciones de bachilleres almerienses se dedicaron a vender  para financiarse los viajes de estudios de hace ya algunos años.
Ahora, a este hijo de un destilador de esencia en la Almería del esparto y la alpargata, le han dado un premio. Un detalle para un tipo que viene innovando en este exclusivo y difícil mercado, que vende casi el cien por cien de lo que fabrica en el exterior, sobre todo en Arabia, en Marrueco, en Libia, en Túnez. No solo de exportaciones de tomates y pimientos vive Almería. También   hay rayas en el agua, como la que hace día a día, mes a mes, este emprendedor urcitano, que no tiene pereza en coger aviones, en sondear mercados, en abrir nuevos caminos para vender sus ambientadores y las fragancias que él mismo fabrica en su nave de La Cepa con una nariz privilegiada. La Fundación San Telmo, con sede en Málaga, le ha concedido hace unos días el galardón a la empresa familiar del año, L&D, la que él dirige junto a alguno de sus hijos ya incorporado al negocio.
David emprendió esta aventura empresarial junto a su socio Lorenzo Silva, hasta que una década después le recompró su parte para hacerse con el 100% de las acciones iniciando su despegue internacional, abriendo oficina comercial en Nueva York.
Su padre Angel Fernández Mateos, empresario de la Almería de Alfonso XIII, montó una compañía de destilación de plantas aromáticas en el barrio de Los Angeles y en Carretera de Granada. Abrió también una fábrica de jabones en Valencia, una destilería de geranios en la paya de La Malvarrosa y una de esencias de limón en Málaga. Un tipo con genes emprendedores como los de su hijo David y, ahora los de su nieto, David Fernández Vargas, que se ha incorporado a la empresa como tercera generación, tras hacer estudios de negocio en EEUU y ampliar formación en Francia y Japón.
Una saga almeriense con empuje, con talento, que acaba de ser reconocida en la XV edición de los premios Familia-Empresa de la Fundación San Telmo.


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