Sánchez y las furias desatadas
La tradicional sabiduría china (esa que se empeñan en desmentir todos los decoradores de los restaurantes chinos) explica la dualidad de la vida en la admiración que provocan, a la vez, el esplendor de la naturaleza y la fiereza de los desastres naturales. La misma naturaleza como fuente de belleza y espanto, el ying y el yang, etcétera. Y si algo bueno tienen las catástrofes es que siempre generan algo de retórica que puede servirnos en un futuro, en el peor de los casos, para lamentarnos por las enseñanzas desaprovechadas. Digo esto porque resultaría muy triste que no fuéramos capaces de extraer lecciones provechosas de la calamitosa situación política en la que estamos chapoteando desde hace ya demasiado tiempo. Y así, cuando el PSOE resuelva su psicodrama interno y permita que pueda haber de una puñetera vez un gobierno y una oposición, creo que convendría ir adoptando medidas que, como quien renueva el agua y la luz en su casa, supongan el uso de materiales más resistentes y menos contaminantes. Y tampoco hay que volverse loco ni romper la baraja constitucional. Basta con poner en marcha iniciativas que han demostrado eficacia, resistencia y durabilidad en otros países. Medidas como el establecimiento de una segunda vuelta en las elecciones, las listas abiertas, la reducción del número de diputados, la eliminación de los aforamientos y una más eficaz prevención, persecución y esclarecimiento de los delitos relacionados con la corrupción. Espero y deseo que sepamos sacar algo bueno de estos meses de ruido e incertidumbres derivadas de una situación política tan imprevista como lamentable. Y sobre todo, que los partidos adopten medidas de saneamiento interno que eviten que alguien, enajenado o no por su futuro personal, tenga la capacidad de bloquear no ya sólo la situación de su propio partido, sino el futuro de un país entero. Mientras tanto, igual que los chinos, nos quedaremos absortos contemplando el espectáculo de las furias de la naturaleza desatadas contra Pedro Sánchez. Saquen las palomitas.