Rivera, como Rocío Jurado
Igual que en las peleas cardiovaginales de los programas televisivos de mayor éxito, los afectos y desafectos políticos se escenifican y se deconstruyen rápidamente en los platós, a golpe de encuesta o a golpe de talonario, que no sabe uno qué es más efectivo. Y del mismo modo que siempre hay prisa por borrar las fotos de un idilio inconveniente o de una pareja superada, parece que el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, está descubriendo lo poco que le beneficia para su futuro el recuerdo de su pasado más inmediato. Pero claro ¿cómo olvidar aquellas escenas de tresillo y apretón de manos que protagonizó hace pocas semanas con el denostado líder socialista Pedro Sánchez? En política, las afinidades mutan y conmutan según vayan tasando los diferentes intereses en juego, y del apretón de manos se puede pasar en un pispás al apretón de escroto. Y para poner tierra de por medio, nada mejor que sacar a pasear a las alcaldesas del sedicente cambio social. En un reciente desayuno informativo, el candidato de Ciudadanos se olvidó del pasteleo vivido entre C,S y PSOE en el debate televisivo y se tiró a la yugular de Sánchez censurando –a estas alturas- el apoyo socialista a las mareas que han situado al frente de los dos principales ayuntamientos de España a un par de propagandistas de reconocida incapacidad gestora: “No me preocupa tanto lo que hacen Manuela Carmena y Ada Colau –dijo Albert Rivera- sino que les apoye el PSOE. Tienen que decidir si quieren ser un partido socialdemócrata europeo o un partido que apoya el populismo”. Igual que a Rocío Jurado, al candidato-ciudadano se le ha acabado el amor, pero de tanto usarlo. El señor Rivera tiene fama de perspicaz, pero este tardío descubrimiento suyo no parece abonar esa teoría, sobre todo porque la deriva absurda del PSOE ya la veníamos advirtiendo muchos desde el primer minuto en que el PSOE se pasó al lado del podemismo municipal, con el único fin de desalojar al PP de algunos ayuntamientos. A buenas horas, mangas naranjas.