Que por mayo era por mayo
Es imposible que, mediado mayo, no me acuerde de aquel romance que hablaba de la avecilla anunciadora del alba en el ventanuco de la cárcel. El preso por todo consuelo esperaba el canto a las claritas del día, pero una mañana el pájaro no volvió. Matóla un ballestero. Dios le dé mal galardón. Que por mayo era, por mayo, cuando face la calor, cuando los trigos encañan, y los seres van al amor. En Aguadulce la primavera se hace explícita por más trastornos meteorológicos que anuncie el hombre del tiempo pero debemos sacar consecuencias.
Nadie sabe lo que ocurre en el hondón de los corazones, pero este país parece triste de los postulados de la sociología. Tenemos un Gobierno en funciones, Tras cuatro meses de dimes y diretes no ha conseguido ningún partido cumplir el mandato del Rey sobre la investidura. Los augures más capacitados sobre el porvenir de la economía dicen que España debe andarse con mucho cuidado. Están descontentos tanto los grandes empresarios como las clases medias que viven de sus manos. Quizá el turista extranjero no capte este malestar interno porque suele venir de otras concepciones de la vida. Pero la calle manifiesta a su manera esta íntima tristeza. Hay todavía como un cincuenta por ciento de jóvenes sin trabajo. En los programas electorales los candidatos hablan en plan profético.
Dicen, por ejemplo, en el año 2019 habrá en este país veinte millones de nuevos empleos. ¿ Quién lo puede creer tal como se está poniendo el empleo indefinido? Por falta de adivinos que no quede. Hay también quien dice que la mortabilidad media de los españoles para dentro de cincuenta años será un siglo. ¡Madre, quien tendrá pensión para ese tiempo! ¿ Quién cobrará? ¿ Cómo quedará la Caja de la Seguridad Social? Todos estos guiños malévolos y muchos más que no cito por no ponerme malo, son los que hacen que los españoles no tengamos alegría. Ni el fútbol ni los toros, ni Conchita Piquer, puede ya ponernos cara de felicidad. Y ustedes perdonen.