Todos a aprender chino
Sirvan estas líneas como disculpa a la ex ministra de Cultura, Carmen Calvo, a la que dediqué hace algunos años una chispeante columna después de que la dirigente socialista aconsejase a los niños españoles estudiar chino. Quizás ni ella misma lo sabía entonces, pero el paso del tiempo ha cargado de tono anticipador su recomendación. También es justo reconocer que en esos días era difícil escapar de la tentación de largar una andanada acerca del aprendizaje del chino sobre quien tan frecuentemente maltrataba el español. Recuérdese su “yo he sido cocinera antes que fraila” o su sonrojante exhibición de desconocimiento del latín al confundir un término de común uso con los personajes de dibujos animados “Pixi y Dixi”. Pero a pesar de sus ocurrencias y majaderías, la ministra llevaba más razón que un santo o que una santa. Que estamos siendo invadidos de manera pacífica y concienzuda por los chinos lo demuestran dos noticias diferentes publicadas ayer por LA VOZ DE ALMERIA y para cuya conexión no hace falta la sagacidad del fornido detective chino Charlie Chan. Basta con fijarse un poco. La primera es el desmantelamiento en El Ejido de un taller chino de ropa falsificada, con esa rara mezcla que supone la sordidez como camino al lujo fraudulento. La segunda es la aparición en las playas de Vera de un tiburón varado con la aleta cortada. Esto es consecuencia del gusto chino por esta parte del escualo, con la que hacen sopitas y remedios para el vigor masculino, lo que lleva a muchos pesqueros a capturar estos peces, cortarles la aleta y tirarlos de nuevo al mar, lo que es una práctica tan cruel –y prohibida- como rentable. ¿Estamos o no invadidos por los chinos? Pero como no no soy tan cafre como el nuevo presidente de la Generalitat, no diré –como él- que los invasores deban ser expulsados, me limitaré a decir “yuánliàng”, que es “disculpe”, en chino.