La Voz de Almeria

Opinión

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La fecha se me pierde, puede que fuera a principio de los años noventa, pero nunca olvidaré aquella jornada así como a los dos compañeros que conmigo la vivieron, hoy ya fallecidos. Hablo de Curri y Pototo. 
La gran llegada en aquel cinco de enero la hicieron sus majestades de oriente en barco. Recuerdo que no fue una navegación agradable. Hacía frio durante el trayecto. A partir de ese momento, de lo que me puedo acordar, sólo les puedo asegurar que fueron las horas más felices vividas sobre la tierra. Hablar desde el balcón del ayuntamiento, entonces no lo tenía en obras la Junta de Andalucía, ver las caras de esos niños a los que visitamos en Torrecárdenas, o repartir caramelos, miles de kilos de caramelos por las calles de nuestra Almería te trasportan a un mundo distinto, un mundo genial, de cuentos de las mil y una noche. El mundo de la magia, ese mundo que sólo los niños pueden sentir y disfrutar y al que tú puedes acceder a través de sus ojos, su ilusión, sus sonrisas y sus ganas de vivir evocadas en sus caritas
Fui rey mago, Melchor para más señas, y si mañana tuviera la posibilidad de repetir aquella experiencia sin duda que lo haría. Ya lo sabe cualquier alcalde, si mañana no tienen voluntario, si mañana quieren hacer a un viejo feliz, recuerden que quiero volver a ser rey mago, que me encantaría, que a estas alturas en las que ya no se espera mucho de la vida (que tuviéramos unos políticos mejores) volver a ser rey por un día colmaría casi todas las cosas que a mi edad ya se pueden esperar.  Sería hermoso volver a subir hasta esa mágica nube creada por ellos, los más pequeños, y repartirles, con la ilusión de que ellos son lo único importante, los más dulces momentos de la vida envueltos en papel de celofán. Y quizás, como ocurrió entonces, lanzar algún caramelo con algo de más de fuerza contra algún político de los que se encontraban en las aceras. 
Si no ha sido rey mago, si no ha vivido ese momento, procure hacerlo. Pida recomendación a un alcalde o concejal. Use tráfico de influencias si hace falta. Es para lo único que el ser humano debe tener bula: Hacer felices a los pequeños. Lo que quizás no sepa es que el más feliz de todos, a lo largo de ese día va a ser usted. Se lo puedo asegurar. Fui rey por un día y no me importaría repetir. Vamos, soy capaz de escribir bien del nieto de Monterreal si repito.



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