La unidad popular
Antonio Elorza le sacaba punta, el sábado pasado en el PAIS, a la visión patrimonial de PP, cuyo descarado orgullo social considera a España como suya. Se refería el profesor a la dinámica de los nuevos nombramientos tales como la vuelta al Senado de los dirigentes perdedores en las pasadas elecciones y al “dolce farniente” de el ex ministro Wert, como retiro bien retribuido a su controvertida gestión. Esta preeminencia social solo puede tener su reminiscencia en la Guerra Civil cuando el pensamiento conservador se erigió como vencedor. A pesar de su continua y grave pérdida de votos, el PP todavía levanta cabeza por lo que ellos llaman la innegable recuperación económica. Tanto Rajoy como de Guindos avisan constantemente de que si no vuelven a ganar las elecciones España volvería a ser un erial, retrocederíamos de nuevo al punto de partida. Frases fatales como “ “yo o el caos”, “ solo el PP garantiza la estabilidad” y otras semejantes revelan la urdiembre nada escondida de este orgullo conservador enfrentado a la multiplicidad de mensajes populistas, radicales y bananeros, como ellos dicen. No sé qué está pensando la izquierda entretenida en disputas estériles. Por lo visto no aprendieron nada de los sucesos de la Guerra Civil. Discutiendo sobre si eran galgos o podencos la aviación franquista los sorprendía en calzones y hoy sabemos bien la historia de lo que pasó. IU no tiene inconveniente en perder sus siglas con tal de formar una plataforma verdaderamente de izquierdas. Si alguien conoce bien de lo que va, es este partido. Como dice Alberto Garzón: todo el mundo puede ganar si se unen. Nadie cantará victoria si andamos en peloteras permanentes. Se habla ahora mucho de los nuevos sueldos que se colocan los alcaldes del PP. Dicen que la gestión requiere un buena retribución y así no roban. ¡Toma eso mismo decimos casi todos! Si el jornalero descamisado tuviera un sueldo nada tendría que decir. Pero mientras los alcaldes en los ayuntamientos no tienen tope, a nosotros Montoro nos ponen la muralla del déficit. ¡No me toquen los salarios por favor!